Magela Gracia es una mujer activa, descarada, de mente perversa y jovial. De padre andaluz y madre canaria, nació en 1979 en Las Palmas de Gran Canaria, donde residió con su familia hasta 2019.Actualmente trabaja como enfermera en Madrid.
Leer y escribir fueron sus mayores placeres desde los diez años, por lo que fue catalogada muchas veces de bicho raro. En el 2005 se especializó en literatura erótica, aunque antes había tocado otros géneros. ¿Y para qué empieza a escribir novela erótica? Pues para ella… y para sus amantes. Siempre ha encontrado apasionante poder transmitir la intimidad con las palabras, y al darse cuenta de que no se le daba mal, en 2011 abrió su propio blog.
Perversa y morbosa de nacimiento, acuñó la frase «La autora erótica que nadie reconoce leer». Así que, si te animas a leerla… le encantará saber que lo has hecho. Y lo mucho que te ha gustado hacerlo.
«Al igual que lloran cuando leen, yo lloro cuando escribo»
Magela Gracia
Eres canaria, ¿es cierto que vivir en una isla ayuda para la inspiración?
Pues no lo había escuchado nunca, la verdad. Será porque mi isla es pequeñita y da para enterarse de pocas cosas, jajaja. Ahora en serio, supongo que si el entorno es agradable, estás rodeada de gente que te quiere y te apoya y te encuentras cómoda, da igual dónde estés, porque estás en el lugar donde escribirás mejor. En mi caso, por suerte, casi siempre ha sido en mi isla. Además, los canarios somos gente muy maja y cercana, y si añadimos el paisaje privilegiado. Venga, vale. Vivir en una isla ayuda a encontrar inspiración. Y si es en una isla paradisíaca, ni te cuento.
Escritora erótica, ¿te gusta que te cataloguen de esta manera?
No me estresa. Casi todo lo que escribo es erótico, así que no puedo decir que no me sienta así. Tampoco me preocupa, ya que no considero que sea una literatura poco adecuada, sino que solamente está vetada a una determinada edad. Aprendí a defenderla con letras y si quieren menospreciar lo que hago, espero que encuentren argumentos más imaginativos que decir que son libros que solo se leen con una única mano. Estaré encantada de rebatir esos argumentos.
“La autora erótica que nadie reconoce leer”, eso está en tu página web. ¿Crees que es así?
A estas alturas, por suerte, ya no. Pero cuando empecé a escribir, es cierto que la mayoría de mis lectores eran hombres y que pocas mujeres me contaban que me seguían. Así que me pareció un eslogan de lo más apropiado. Y lo defiendo. Ser escritora de minorías no me parece malo si no pretendes vivir de ello. Aunque una escritora siempre quiere ser leída… no se puede gustar a todo el mundo. Y más en un marco tan amplio como es el erotismo, donde cada uno vive su sexualidad de forma tan diferente. Yo entiendo que si odiases practicar una orgía en la vida real, no te apetecería leerla. O quizá sí. Soy clara en lo que ofrezco: erotismo subido de tono con una historia intensa y personajes con una fuerte personalidad. Si te gusta ese género, espero que reconozcas que me lees si llegas a hacerlo.
¿Has trabajado otros estilos?
Por supuesto. De hecho, y por lo que me cuentan mis lectores, aprecian mucho mis páginas dramáticas. Hago llorar con mucha facilidad. Creo que se me da francamente bien el drama.
Lo que pasa es que, al igual que lloran cuando leen, yo lloro cuando escribo. Y, siendo sinceros, prefiero estar excitada a sentirme abatida cuando hago algo que me apasiona tanto. Así que, ¿alguien elegiría la otra opción?
¿Sigue existiendo tabú con respecto al erotismo?
Existió, existe y existirá. Y eso lo hace tan extraordinariamente excitante. Si no consigues ser provocador, remover por dentro, lograr hacer una muesca en alguna parte, ¿has conseguido algo con tu obra? Usar el tabú en tu beneficio es poner sobre la mesa de la gente un tema que se pretende esconder. Un tema que importa a todo el mundo, en mayor o menor medida. Poca gente vive su sexualidad de forma casi nula. Lo que quieras hacer con la sensación que te deja relacionarte con ese tabú, es lo divertido. Busco ese hormigueo que deja lo prohibido. Para sexo de sábana fenestrada y luz apagada no sirvo. Los tabús son recursos maravillosos.
¿Crees que hay demasiados tabús con el erotismo actual?
Cada vez menos, porque la red de información y el acceso a ella es tan amplia, y muy a menudo tan accesible, que da incluso un poco de miedo para según qué tipo de público. Me refiero al influenciable menor de edad. El sexo que yo describo no es para menores de 18 años. Es más, no es para mayores de edad que no tengan cierta experiencia y conocimiento propio. No me gustaría que alguien deseara tener su primera experiencia sexual como las que yo describo porque lo has leído en mis libros, sino porque después de tener bien definidos sus gustos y preferencias, algo en una de mis páginas le hizo sentir ese nudo bajo el ombligo.
Así que creo que bien usada y contrastada, Internet es una fuente inagotable de descubrimiento. Y si descubres algo, lo entiendes y de pronto comprendes que te inspira, deja de ser, en cierto modo, tabú. Que no puedas hablar con tus padres de erotismo no quiere decir que tú no puedas hablarte a ti misma de erotismo. Y yo escribo para una persona, la que me lee, y no para todo ese círculo de personas que la rodean. Si ella presta mi libro, o mejor, les compra un ejemplar y se lo regala, a mí me hace un enorme favor. Pero no por ello voy a conseguir derribar un tabú. Si esa persona quiere derribar los suyos, sería un honor haber contribuido.
¿En qué te inspiras para escribir tus novelas?
Siempre hay una escena principal en mis novelas. Un momento cumbre que me viene a la cabeza y hacia donde se dirigen los personajes de mis libros. No ha de ser ni la final, ni la más importante, ni quizá la que vaya a recordar el lector. Pero en mi cabeza es como un fotograma alrededor del cual gira todo, y hasta que no tiene sentido la historia integrando esa escena, no está el libro. Por eso, a veces, me cuesta tanto terminarlos.
Antes escribía pequeños relatos para una fotografía. Después, sencillamente tengo ese momento grabado en la cabeza. La historia irá hacia ella, la traspasará y seguirá de largo. Si, como lector, eres capaz de localizar esa escena, me siento completamente realizada como escritora.
¿Qué fue antes, “50 sombras de Grey” o Magela Gracia?
No tengo ni idea de cuándo se escribió y, desde luego, no leí esa saga hasta años después de ser un bombazo. Escribo erótica desde la universidad, allá por 1998.
Lo que sí es cierto, y hay que reconocerle ese mérito, es que se lee más erótica sin tapujos desde las famosas sombras. En mi formación como escritora no influyeron, aunque imagino que en la creación de la figura de lectoras eróticas reconocidas, puede que sí. Así que diremos que, como un escritor no es nada sin sus lectores, nunca podré separarme del fenómeno sombras, aunque no me sienta identificada como escritora o lectora de esa saga.
«yo escribo para una persona, la que me lee»
Magela Gracia
¿Sientes la literatura erótica como de segunda división?
Nunca, por más que se empeñen, lo será. Lo que hay son libros malos y buenos, igual que de cualquier género. Que sea consumido y escrito en su mayoría por mujeres no lo convierte en algo de segunda clase, solo lo lleva a ser un género que se consume en gran cantidad por un enorme volumen de lectoras. ¿Eso es malo? ¡Es maravilloso! Escribir para gente que estudia la reproducción del escarabajo pelotero sería tan específico, ¡pero yo escribo para gente a la que le gusta y disfruta de su sexualidad! ¿Hay algún género que pueda decir que tiene tantos lectores diana? Y, dicho esto, me disculpo con las personas que se dedican al estudio de dicho escarabajo.
Odio que se diga que las escritoras y lectoras de erótica lo hacen porque les falta sexo en su vida. Es como decir que una persona que lee novela negra necesita asesinatos en su vida, y como no puede matar, lee sobre ello. ¡Es tan absurdo!
Tú publicas con Planeta, ¿qué tal la distribución con este género?
El consumo de libros de romántica y erótica en digital es tan amplio y favorece tanto a adaptarse al estilo de vida de las lectoras; precios económicos, fácil acceso, discreción de compra, inmediatez en la entrega, catálogo amplio a rabiar y diversidad de subgéneros, que es imposible decir algo en contra de la distribución del libro en digital de Planeta. Otra cosa sería la visibilidad del libro en papel más allá de los grandes autores, pero ese es otro tema bien distinto. Y yo no publico en papel con ellos.
Hay algunos que para escribir se pierden a un rincón fuera de su entorno, otros en cambio trabajan en casa. ¿En qué grupo estás tú?
Puedo escribir en absolutamente cualquier sitio. Comprobado rigurosa y científicamente. He sido capaz de escribir escenas de alto voltaje en un parque de bolas infantil mientras mis hijas disfrutaban de la compañía de sus amigas en cumpleaños varios.
Si puedo con ese escándalo, puedo con todo. Y si consigo concentrarme tanto en un ambiente tan poco propicio. Ahora mismo, por ejemplo, estoy contestando a esta entrevista en un avión mientras la pasajera de al lado echa cortos vistazos a mi pantalla y cuchichea con su marido. ¿Qué estará pensado de mí al verme escribir la palabra orgía? Si me pide un libro al final del viaje será toda una sorpresa.
¿Cuánto de erotismo tiene la vida?
Dudo que haya mucho que pueda estar más presente que el erotismo. Igual, muchas cosas. Pero más, ¿el amor por tu familia y tus hijos? Después de eso, al menos para mí, no hay nada. ¿Estoy enferma? Si es así, no me busques cura. Me encanta estarlo.
¿Podemos ver erotismo en la naturaleza?
Jejejeje. ¿De qué viven si no la mayoría de los “memes” de Internet? Como digo, no creo que haya algo que tenga mucho más peso en nuestra existencia, y me considero una persona de lo más “natural”, que no digo normal. Ser anodina no va conmigo, pero la naturaleza tampoco lo es. Pongamos como ejemplo la temperatura, la cadencia de los sonidos, la interacción con tus semejantes. No digo que todo deba conducir al sexo, pero si nada te estimula sexualmente hablando, es triste.
Yo espero que mis hijas puedan decir que las crie en un ambiente sexualmente sano, abierto y propicio para el desarrollo, entendiendo que el sexo es algo tan natural que es casi lo único que compartimos con todos los seres vivos. Venga, vale, reproducirse no implica explotar todo tu potencial sexual. Pero seguro que me has entendido.
De profesión enfermera, ¿te ayuda a la hora de contar historias?
La enfermería se basa en las relaciones interpersonales para llegar a un estado de salud. Conocer a las personas, entenderlas, escucharlas, ¿puede haber algo que ayude más a crear personajes de carne y hueso para una novela? Si no vas a tener pasión en tu profesión de relación personal, no la tendrás escribiendo.
Eso no quiere decir que escriba sobre pacientes, sino que escribo para personas a las que podría haber tratado o que podrían ser personajes de mis libros. Gente normal, que siente y hace sentir. Para eso solo hay que tener piel y lengua. Y no me refiero para lamer, sino para conquistar con la palabra. O, en su defecto, con palabras escritas. Sí, sin duda, una profesión que hace que te relaciones tanto con seres humanos, ayuda y te enseña a escribir para ellos. Además, sin una sexualidad plena y desarrollada para complacerte, no hay salud plena como tal. Somos seres biopsicosociales que necesitan cubrir esas necesidades sexuales tras tener las primarias cubiertas. Primero, respira y come. Luego, folla bien y a gusto.
¿En qué te inspiras para escribir?
Era más fácil contestar en lo que no me inspiro. Básicamente, si me produce un escalofrío, me permite escribir unas líneas. Y, si me moja la entrepierna, ya tengo novela. Cualquier situación puede resultar excitante, incluso las más tristes y estresantes, ya que el sexo es liberador. Un buen polvo tras una tragedia no hace que la tragedia no haya sucedido, sino que ayuda a canalizar los sentimientos para soportarlos mejor.
¿Estás trabajando en alguna novela?
Siempre. Lo que pasa es que muchas veces la vida familiar y de mujer trabajadora es incompatible con encontrar media hora para sentarse a escribir. Y creo que lo mínimo que se necesita para encontrar la voz del personaje dentro de ti es media hora. Vestirte con su piel lleva su tiempo. Si no vas a hacerlo bien, mejor no escribir. Pero siempre hay una novela en la que ponerse a trabajar. No conozco a ninguna escritora que no la tenga.
Una o un escritor erótico que tengas como referencia.
Elisabet Benavent, aunque no se dedique solo a la erótica. Creo que sus personajes suelen estar muy bien construidos.
Quédate con un solo libro de los tuyos, ¿cuál elijes y por qué?
“Desearás lo prohibido”, de la saga “Su hermano”. Tiene todo lo que una novela erótica necesita para hacer que el lector se enganche. Además, fue mi primera novela y la que me dio a conocer como escritora, así que le tengo un cariño especial. Sus personajes me han acompañado muchos libros después. Es morbosa, fresca y divertida. La adoro.
¿Descalza en la playa o botas cálidas sobre la nieve?
Descalza. Soy de mar y arena, aunque no me resisto a pasear por la nieve, ya que ahora vivo en Madrid y en mi segundo invierno allí nos acompañó Filomena. Habría mirado las noticias de la nieve con nostalgia desde la playa si llega a pillarme en Canarias. Pero sí, sin duda elijo la playa al atardecer, con los tobillos mojados y la piel son sabor a sal.
¿Es más bonito desnudar el cuerpo o el alma?
¿No se pueden hacer las dos cosas al tiempo? Mira que soy nudista además de exhibicionista, y no lo digo solo por el cuerpo. Lo digo por la vida. Quien me conoce sabe que no tengo filtro, ni soy capaz de quedarme las cosas para mí. Si no las comparto, me falta algo. Por eso soy tan feliz en compañía, y muy feliz escribiendo para que me lean, que siempre es una estupenda manera de desnudar el alma para otro. Hay mucho de mí en mis novelas, al igual que mucho de mí en mis redes sociales. Se me puede ver el cuerpo, al igual que el alma, con mucha facilidad a poco que me busquen.
Para ti, ¿qué elementos imprescindibles debe tener una cena romántica?
Solo hacen falta dos elementos. Una persona que quiera cautivar a otra sin vergüenza maldita, con descaro e inteligencia… y unas manos de hombre capaces de producir escalofríos. Quizá me he ido más a la parte erótica de la cena romántica, pero es que ya no estoy en la fase de soñar con la idealización del amor, sino en la de hacer realidad las fantasías que no me quiero llevar conmigo al infierno tras ser incinerada.
Una confesión.
Que la pasajera de al lado no me ha pedido ningún libro. ¡Tampoco un autógrafo! Jejejeje.
Ahora en serio. Confieso que soy feliz cuando me leen, pero soy más feliz cuando escribo. Y me gusta esa intimidad que tengo conmigo misma y que casi nunca puedo disfrutar de otra manera. Ni leyendo a solas soy tan yo como cuando estoy delante de la hoja en blanco.
Un deseo.
Tener tiempo para todo, y salud cuando hay tiempo. El resto viene rodado. Para eso, creo que unos euromillones ayudan. En lo del tiempo, no en lo de la salud. Jubilación a los 45, para viajar mucho y escribir más desde miles de escritorios distintos.
Una pesadilla.
Sueño mucho con la muerte. Me ha perseguido bastante despierta, en lo personal y lo profesional, así que es una compañera de viaje que no consigo sacar de mi cama, duerma donde duerma.
Un recuerdo que te produzca nostalgia.
La última noche que cené en familia antes de meter mi vida en un barco y pasar dos días navegando para cambiar de vida. Después, cada despedida cuando regreso a casa desde Canarias me produce nostalgia. Pero elegí cenas eróticas con un hombre que no tiene vergüenza maldita y sí muchas ganas de tratarme con descaro e inteligencia. Además de poseer unas manos sumamente excitantes.
Vivir de la literatura es…
Algo que quise. Algo que habría estado bien, jodidamente bien, pero algo a lo que renunciaría por lo que tengo ahora. Una familia estable con la que quiero disfrutar. No dejé mi mundo atrás para pasarme horas en soledad con mis personajes.
El día que sea compatible con mi vida actual, pasará de ser un sueño a una realidad.
Pero, de momento, prefiero lo que tengo. Y eso, probablemente, se puede llamar madurar con sensatez. Escribir media vida, pero no más que la que me da mi tiempo con mis hijas y mi pareja.
La política es…
Una estupenda manera de cabrearte una tarde de verano con cervezas y amigos de por medio. Mejor, cuando son amigos de tu pareja y no tienes que verlos todos los días en el trabajo. Así el cabreo dura lo que duran las cervezas frías. Y ya que tu pareja se aclare con sus amigos cuando dices cosas que son políticamente incorrectas.
La religión es…
Una maravillosa excusa para encontrar un pecado que cometer.
El sexo es…
Sublime si encuentras a la persona con la que disfrutarlo sin reservas. Y esa persona siempre vas a ser tú mismo. Así que… ¡hay que encontrarse! Luego ya encontrarás a la otra que pueda compartir ese metro y medio de la cama. Y si no aparece de primeras, sigue buscando.
Una palabras que quieras decir para todos los lectores de Los Putrefactos
¿Qué haces que no estás aún interesada por uno de mis libros? Cualquiera. En cualquier formato. Pirata no, por favor, que son muy baratos en Amazon. Quizá solo necesitas leer esa frase que yo tengo en la cabeza, y en la entrepierna, y que puse ahí para ti… para que quieras más. Si la encuentras, y hago una marca ahí donde aparezca, gracias por dejarme formar parte de ti. Quizá empieces a ser una de esas lectoras que no reconocen que me leen. O puede que llegues a leerme reconociéndolo. Sea como sea, si has llegado hasta aquí leyendo esta entrevista, has ayudado a que desnude mi alma delante de alguien, y eso, para una exhibicionista, es todo un regalo.
Una entrevista de Luisje Moyano.
para «Los Putrefactos