Felisa Moreno Ortega (Alcaudete, Jaén, 1969) es Licenciada en Ciencias Empresariales. Inicia su carrera literaria en 2007, cuando su primera novela “La asesina de los ojos bondadosos” obtiene el Premio para Escritores Noveles de la Diputación de Jaén. Entre sus numerosas publicaciones de narrativa cabe destacar “Arrugas en la memoria”, novela que está disponible también en formato audiolibro. En los últimos años se ha centrado en el género teatral, donde destaca su obra La luz prestada de la Luna, ganadora del Premio Martín Recuerda. Colabora como articulista en Diario Jaén y es socia fundadora de la Academia de las Artes Escénicas de Andalucía.
“ Siempre me ha interesado llegar al
Felisa Moreno
público más joven ”
Acabas de publicar una novela, “La decisión de Rebeca”, ¿qué nos puedes contar de ella?
La decisión de Rebeca, efectivamente, es mi última publicación, aunque la escribí hace varios años. Es una novela ágil, entretenida, con personajes secundarios muy interesantes y con el trasfondo social que siempre impregna mis obras. Cuenta la historia de una chica universitaria que, tras presenciar el intento de asesinato de una mujer, y entrar en contacto con una misteriosa organización, se ve envuelta en una serie de aventuras que la llevarán a madurar y crecer como persona. Siempre me ha interesado llegar al público más joven, ya hice una incursión en este género con “El club de las palabras prohibidas” y tuve la suerte de asistir a encuentros con lectores en institutos para analizar y sacar a la luz los mensajes que subyacen en la novela. Me gustaría que Rebeca también pudiera llegar a muchos chicos y chicas porque tras un argumento atractivo para el lector, se esconden una serie de temas interesantes como pueden ser la prostitución, la trata de personas, las drogas, la venganza, la justicia.
“La asesina de los ojos bondadosos”, tu primera novela, ¿qué nos puedes contar de ella?, y, ¿qué se siente cuando tu primera novela sale a la luz?
Es una novela que transcurre entre los olivares de nuestra tierra y narra la historia de dos mujeres: Raquel, una periodista que investiga el asesinato múltiple ocurrido hace veinte años en un pequeño pueblo de Jaén, y Severina, la persona que fue condenada por el asesinato de una madre y sus hijos. Podría definirse como un thriller rural, aunque mis novelas son difíciles de encajar en un género. En esta historia se mezcla la acción y la intriga con las costumbres y la gastronomía de nuestra provincia.
Esta novela siempre ocupará un lugar muy importante en mi vida, pues fue la que propició que me dedicara a escribir de una forma más profesional. Hasta entonces solo había publicado algún que otro relato en libros colectivos, por haber ganado o quedado finalista en certámenes. Con “La asesina de los ojos bondadosos” gané el Premio para Escritores Noveles de la Diputación de Jaén y supuso mi primera publicación en solitario, y mostrarme como escritora ante los más cercanos, que es algo así como desnudar el alma. Lo que sentí en aquellos días fue algo muy intenso: ilusión, alegría, miedo a defraudar, orgullo de mi gente que me acompañó en masa a la presentación… En fin, un batiburrillo de emociones que permanecerán para siempre en mi memoria.
“La luz prestada de la luna”, con este texto teatral, de título tan bonito, ganaste el premio Martín Recuerda. Ganar un premio, ¿te cambia la vida?
A mí me cambió la vida ganar un premio de matemáticas. Puede sonar raro y es una historia larga de contar, pero yo estudié gracias a eso. Y, gracias a que pude formarme, he llegado a ser escritora. El premio de Diputación dio otro giro a mi vida, pues me decidía a mostrar lo que escribía, a perder el miedo y la vergüenza. Con el premio Martín Recuerda afiancé la confianza en mi dramaturgia, ya que el jurado estaba presidido por Antonio Sánchez Trigueros, uno de los más destacados estudiosos del teatro en España. Sí, definitivamente sí, un premio puede cambiarte la vida.
Se han llevado textos tuyos al teatro, ¿qué se siente al ver tus personajes con vida propia sobre un escenario?
Una emoción desbordante, una conexión intensa con los actores y con el público, una sorpresa agradable en los estrenos cuando veo cómo lo que yo he plasmado en un papel adquiere vida y divierte o conmueve, o las dos cosas a la vez, al público presente en la sala. Y la sensación continua de que soy muy afortunada porque haya directores que confíen en mis textos y los lleven a un escenario. Y aquí quiero hacer una especial mención a los grupos Imperium Teatro de Alcaudete y a La luz prestada Teatro de Granada, que han puesto en escena muchas de mis obras.
¿En qué momento decides escribir teatro?
Durante la presentación de mi libro Cuentos caníbales, en la que el Grupo Alboronía de Alcaudete representó la adaptación de uno de los relatos, titulado “Confesiones”, sobre una presentadora de televisión que había vendido todos sus ideales a cambio de dinero. Fue justo en ese momento cuando vi a mis personajes moverse por el escenario, cuando comprendí que quería, que necesitaba escribir teatro. A partir de ahí, empecé a leer teatro, a verlo y a buscar manuales de dramaturgia para formarme en una materia para mí bastante desconocida hasta entonces. Y a asistir a talleres impartidos por dramaturgos de la talla de Alberto Conejero y Paloma Pedrero, entre otros.
¿Qué te da más, el teatro o la novela?
Mi trayectoria literaria en los últimos años responde bien a esa pregunta. Desde que me inicié en el teatro, allá por 2016, apenas he escrito otra cosa. Me siento cómoda con la escritura dramática, tengo la gran suerte de que mis obras se están representando tanto por grupos amateur como profesionales. La compañía Animahist ya ha realizado más de treinta representaciones de mi obra “No quiero princesas”, que aborda la igualdad desde distintas generaciones de mujeres; y en breve Esphera Teatro pondrá sobre los escenarios la comedia con tintes ácidos “Reciclando humanos”. Recibo en directo el cariño del público, disfruto viendo cómo crecen mis historias gracias al trabajo de otras personas: director, actores, técnicos, etc. Sin duda, el teatro me da más, aunque estoy muy agradecida a la narrativa, mi trabajo previo en este género me ha ayudado a escribir las obras de teatro.
¿Qué objetivos te marcas a la hora de escribir una novela o un texto teatral?
No suelo marcarme objetivos de forma consciente, pero es cierto que mis obras abordan los temas que me preocupan y siempre, aunque sean comedias, pretenden conmover al espectador o al lector, de forma que cuando salgan del teatro o terminen de leer la novela, la historia siga en su cabeza y lo lleve a la reflexión sobre lo que ha visto en escena o lo que ha leído. Para mí la función social de la literatura es importante. No se trata de escribir de forma didáctica ni marcar pautas de conducta ni de dar respuestas, sino plantear preguntas que, de alguna forma, nos lleven a ser mejores personas y a empatizar con el resto de la humanidad. Quizás peque de ingenua, pero me gusta creer que con mi literatura puedo ayudar a que el mundo sea un poco mejor.
¿Qué tal te llevas con el mundo de las editoriales?
A mí, personalmente, no me ha ido mal. He tenido la suerte de que varias editoriales tradicionales apostaran por mi obra desde el principio de mi carrera literaria. Eso sí, pequeñas editoriales independientes que logran sacar adelante los libros con un gran esfuerzo, editores que creen en la calidad de lo que publican más que en la fama del autor. Eso no ocurre con los grandes grupos editoriales, que valoran que el escritor sea conocido en detrimento de la calidad. Tenemos el claro ejemplo de los libros publicados por personas que se hacen famosas en las redes sociales. Una mención aparte merecen las falsas editoriales, las que viven de la autoedición y venden humo a los escritores que empiezan. No me parece mal la autoedición, yo he recurrido en varias ocasiones a ella, ya que es muy difícil publicar de forma tradicional, pero siempre que se haga de forma seria y sin engañar a los autores.
También haces talleres de escritura creativa, ¿en qué consisten?
Son talleres muy básicos, de inicio a la escritura, pues considero que no tengo la formación académica necesaria para ir más allá. Por lo general, me centro en la creación del relato, vemos las partes que lo componen, algunos ejercicios de creatividad y de estilo y poco más. Sobre todo, lo que pretendo con estos talleres es hacer que la escritura sea una actividad divertida, que despierten el interés por la literatura y que puedan ser el germen de algo más serio para aquellas personas que sueñan con ser escritores. Me encanta hacerlo con niños porque tienen una imaginación desbordante y son muy creativos. También disfruto con las personas mayores, principalmente si se trata de mujeres que no han tenido oportunidad de estudiar, pero que atesoran una gran creatividad y una cualidad innata de contar historias, enlazando con la narrativa oral tradicional.
¿Qué es para ti ser escritora?
Para mí, parafraseando a José Luis Sampedro, por cierto, economista como yo, “escribir es vivir”. Con esto, lo que vengo a decir es que ser escritora impregna toda mi existencia, va más allá del momento en que me siento a escribir o cuando tengo encuentros con lectores u otras actividades relacionadas con la literatura. Mi mente está abierta siempre, mi mirada está entrenada para descubrir imágenes que sean el inicio de una historia, mis oídos escuchan noticias en la radio o conversaciones de la gente. A veces, cuando voy por la calle, no veo personas sino personajes. Cuando trabajo, cuando me divierto, cuando sufro, cuando veo sufrir a otros, estoy al acecho de nuevas historias. Es muy emocionante cuando encuentras ese punto de inicio y empiezas a tirar del hilo para construir un relato, cuando los personajes se van definiendo hasta adquirir vida propia, cuando las escenas se suceden y nos llevan hasta ese final, intuido, pero nunca definido del todo, pues me considero una escritora de brújula.
¿Se puede vivir de la escritura?
Muy pocos escritores pueden vivir en España de los derechos de autor, la mayoría tienen que compaginarlo con otras actividades: talleres, conferencias, artículos, etc. En mi caso, hubo un momento en que me lo planteé, dedicarme por completo a la literatura, pero pronto me di cuenta de que no podía permitírmelo. Fue un descubrimiento muy duro para mí, pues me había ilusionado con trabajar en lo que realmente me gusta, pero tengo unos hijos que mantener y dar una educación. Con el tiempo he descubierto que, al no tener que depender de lo que escribo, soy libre, absolutamente libre, para escribir lo que me venga en gana y eso me hace muy feliz. Y contestando a tu pregunta, en mi caso no lo vi viable, pero eso no significa que otras personas no puedan llegar a hacerlo. Aunque no recomendaría a nadie que se metiera a escritor por ganar dinero, puede acabar muy frustrado.
¿Eres más de escribir en casa o de buscar rincones que te inspiren?
Soy una todoterreno para la escritura. Cuando empecé mis hijos tenían seis y tres años y no me quedaba más remedio que adaptarme a sus necesidades. Lo mismo escribía con la televisión encendida y un niño en la chepa gritando “mamá”, que en las largas horas de espera en el conservatorio de música o en el coche entre actividades extraescolares. No necesito rituales ni un lugar determinado para escribir, es más, a veces no necesito ni un ordenador. Voy caminando, me vienen las ideas a la cabeza, conecto la grabadora del móvil y empiezo a desgranar diálogos de los personajes. Hasta me da risa de esos escritores, la mayoría hombres, que convierten la escritura en un ritual sagrado, y perdón si alguien se siente ofendido por mis palabras.
¿Eres profeta en tu tierra?
Sí, creo que sí, mis lectores más fieles son los de Alcaudete y de los pueblos de alrededor. ¡Si hasta le pusieron mi nombre a la biblioteca del instituto! Me siento muy querida en la comarca de la Sierra Sur, cada vez que voy a realizar un taller, presentar un libro, encuentro con lectores o representación de obra de teatro tengo muy buena acogida. También en otras localidades de Jaén, a las que he tenido la suerte de llevar mi obra literaria y teatral. Aunque creo que las administraciones podrían arrimar un poco más el hombro para que los escritores jienenses sean conocidos en nuestros pueblos, hay mucho talento por descubrir en nuestra tierra. Y lanzo una propuesta, ¿por qué no se promueven encuentros de escritores y escritoras de Jaén con el alumnado de los centros educativos? Quizás desde la Diputación se podría promover algo así.
Una escritora y un escritor de cabecera.
Irene Némirovsky y Gabriel García Márquez.
Una película que haya marcado tu vida.
“La vida es bella”, de Roberto Benigni, no sé si llegó a cambiar mi vida, pero sí que me atrajo esa forma de contar algo tan horrible como fue el Holocausto y me hizo comprender que hasta en el infierno puede triunfar el amor.
En un hipotético fin del mundo te mandan salvar solo una obra de arte, ¿cuál elegirías y por qué?
El Guernica de Picasso, para recordar a las nuevas generaciones las consecuencias de la guerra.
Elige la palabra que más te gusta del diccionario español y cuenta el porqué.
Océano, es una palabra repleta de vocales, tan propias de nuestra lengua. Un mar grande, inmenso, que separa continentes o que los une, según se mire. Un océano de sensaciones, de sentimientos, de experiencias vividas o por vivir.
¿Te quedan aún sueños por cumplir?, ¿cuáles?
Claro que sí, si no tenemos sueños, ¿para qué vivir? En cuanto a lo literario se refiere, uno de mis grandes sueños es llegar a la jubilación con fuerzas y salud suficiente para dedicarme de lleno a la escritura. También me gustaría que alguna de mis obras se estrenara en un teatro de Madrid y que fuera mucha gente a verla. Que La asesina de los ojos bondadosos fuera llevada al cine y con “El club de las palabras prohibidas” hiciera Netflix una serie de éxito. Ah, y que “La decisión de Rebeca” se convirtiera en un best seller y no tuviera que esperar a la jubilación para dedicarme de lleno a la literatura. En fin, soñar es gratis, ¿verdad?
Alguna pesadilla que se te repita con frecuencia.
Últimamente no, pero durante un tiempo soñaba que no había finalizado la carrera y tenía que volver a la universidad. Yo estudié en el edificio donde está ahora El Corte Inglés, pero en mis sueños tenía que ir al campus y siempre me perdía. Por cierto, de algunas de mis pesadillas han salido relatos, por ejemplo, una vez soñé que una familia de inmigrantes latinos se inmolaba delante de mí, fue tan impactante el sueño que tuve que escribir un cuento titulado “El sacrificio” para poder sacar el sueño de mi cabeza.
La política es…
Tan necesaria como peligrosa, si quienes la ejercen solo buscan su interés particular. Para mí, el buen político es aquel que trabaja por mejorar las condiciones de vida de sus conciudadanos, olvidándose de su propio beneficio. Y quiero pensar que aún quedan políticos así, aunque ahora mismo estemos inmersos en un lodazal donde parece que lo único importante es quién tira más mierda al rival.
La religión es…
Un bálsamo para apaciguar el dolor que nos produce la consciencia de nuestra mortalidad. La promesa de un paraíso que ayuda a soportar el infierno en el que viven muchas personas. Un peligro para la paz mundial si se radicaliza.
Alfa u omega.
Más bien omega, siempre me ha gustado pasar desapercibida, mi timidez me ha llevado a permanecer en segundo plano. Con el tiempo he vencido en parte esa timidez, pero nunca me he considerado una líder.
Unas letras para nuestros lectores.
¿Más palabras todavía? Creo que me van a odiar después del rollo que les he largado. Solo que lean mucho y que vayan al teatro, que la cultura alimenta y solo engorda el intelecto, que no tengan miedo de devorar todo aquello que tengan a su alcance. Muchas gracias por haber llegado leyendo hasta aquí y gracias al equipo de Los putrefactos por la invitación.
Una entrevista de Luisje Moyano.
para «Los Putrefactos«