Escritora y profesora canadiense, afincada en España.
Publica tanto en español como en inglés,
y en el año 2015 ganó tres premios con
sus relatos.
En cuanto a libros, ha publicado cuatro
en colaboración con su marido, Carlos
Aguilar (los últimos, “Flamenco y Cine”
y “Flamenco Jazz”), y seis como autora
única (el ensayo “Eli Wallach”, las novelas
“Creando a Florinda” y “¡Pide un deseo.
Sophie!”, la antología “ Yo fui una chica
Bond y otros relatos desconcertantes” y
el libro infantil con ilustraciones propias
“Chato, el perri-gato”).
Foto: Álvaro Serrano Sierra
«escribir permite ponerte en el lugar de otra
anita haas
persona y comprenderla por distinta que sea de ti»
Eres de Canadá, ¿cuánto queda de esa tierra en ti? ¿Y hasta dónde sientes España como parte de tu ser creativo?
Creo que mi parte canadiense es la que suscribe la ética del trabajo y la consideración de que tus sueños pueden realizarse; en esto, los canadienses nos parecemos un poco a los americanos. Y mi parte española conecta con mis ancestros europeos, pues tengo sangre alemana, checa y austríaca, y esta herencia europea propicia sentido estético, y apreciar la cultura de manera especial.
¿Por qué escribes?
Siempre he tenido muchos personajes en mi cabeza, que me piden salir, y darles vida en el papel sofoca esas voces. Una segunda razón es que me encanta jugar con las palabras, sus sonidos… modificar las frases, las situaciones… Esto me sucede sobre todo al escribir un poema, o un microrrelato. Una razón más estriba en que escribir permite ponerte en el lugar de otra persona, y comprenderla por distinta que sea de ti; esto ocurre sobre todo con la ficción, claro. Pero lo que me impresiona es cuando los personajes adquieren su propia vida, y son quienes van definiendo la ficción que has creado tú.
¿Qué nos puedes contar de Chato, el Perri-Gato?
Todas mis historias nacen de mi interés por las relaciones personales. Pero a menudo no advierto qué quiero decir en mi texto hasta que está acabado. Así, tras finalizar Chato, el Perri-Gato capté que quería plasmar una fábula sobre el derecho natural a la personalidad propia, a partir del animalismo.
¿Qué te ha inspirado para escribir este libro?
Siempre quise escribir para niños. Hay ideas ideales para este formato, cada una requiere su expresión. Algunas piden la poesía, otras el relato, otras la novela… al igual que unas deben enfocarse para adultos y otras a los niños. Pero este cuento, aunque esté orientado al mercado infantil, refleja una situación con la cual pueden identificarse muchos adultos.
¿Y de sus ilustraciones qué nos puedes decir?
Me encanta dibujar desde siempre, ya lo hacía para mis clases. En principio no tenía previsto ilustrar Chato, el Perri-Gato. Pero a medida que lo iba escribiendo, fue apeteciéndome. Y al final me decidí, porque entonces ya veía muy claras las imágenes que quería, tiernas y depuradas. En particular, debían ser en blanco y negro, pues soy ciega de colores. Y he disfrutado tanto desarrollando esta faceta que la retomaré en el futuro, si es posible, porque para mí supone un desafío, debido a que sufro problemas de la vista, aparte de no ver colores, y perdí seis dedos por culpa de una enfermedad.
Sorprende que la edición sea bilingüe español/inglés, y que la historia tenga forma de poesía con rima.
Adoro la rima, porque aparte de su encanto específico ejercita la memoria, tiene musicalidad… De hecho, las canciones y poesías que recordamos de siempre, riman. Como escritora, me encanta porque es como un rompecabezas, te atrapa en unos límites donde debes hallar las palabras justas en ritmo y significado, aparte de que rimen, claro. Escribir yo misma el texto en español fue un reto que afronté con placer, pues no podía ser una traducción literal, pero debía significar lo mismo, igualmente en rima.
¿Deben los animales tener los mismos derechos que los humanos?
Deben tener derechos propios, porque son seres vivos con una sensibilidad. A mí siempre me han encantado, sobre todo los gatos, y tengo amigas y conocidas que colaboran en asociaciones de acogida. Dedican un montón de tiempo y dinero, madrugan para alimentar animales en descampados, capturan gatos por la noche para llevarlos al veterinario, soportan insultos y burlas. Las admiro, me parecen heroínas. Por eso reservo el dinero de las ventas del libro para estas asociaciones, es mi forma de colaborar.
También tienes en las librerías Flamenco Jazz, historia de un amor. ¿Qué podemos encontrar en este precioso libro?
Es el cuarto libro que escribo con mi marido, Carlos Aguilar. También es el primero íntegramente musical, porque el anterior que escribimos juntos, Flamenco y Cine, como ya indica su título habla del reflejo del flamenco en las películas. Es un ensayo sobre este mestizaje tan bello entre dos músicas que amo, y lo cubre desde todas las perspectivas. A menudo escribir también significa para mí una necesidad de enseñar lo que sé, esto quizá derive de mi faceta de profesora. Así, con Flamenco y Cine y Flamenco Jazz, al ver esas películas, escuchar esa música, aprendiendo a bailar… sentía casi pena por las personas que desconocían todo eso, y quería compartir con ellas esas sensaciones. Flamenco Jazz es un libro de lujo, con unas 700 imágenes, para el cual su editor, Javier G. Romero, ha hecho una maquetación extraordinaria, de una belleza increíble. Javier también ha editado y diseñado Chato, el Perri-Gato, para mí formar parte de sus autores es un privilegio. Javier G. Romero es un genio, un lujo para el sector editorial a escala mundial.
Creando a Florinda es una novela corta escrita por ti en la cual su protagonista Artie publica su primera novela, ¿cómo fue la publicación de tu primer escrito y qué sensaciones tuviste?
Bueno, he publicado tanto ficción como no-ficción, y las sensaciones son un poco diferentes. Cuando publicas no-ficción la sensación es magnífica, como es lógico. Pero la emoción aumenta si publicas ficción, puesto que las tramas han brotado exclusivamente de ti, no estás comentando creaciones ajenas, por tanto el editor y el lector están valorando tu creatividad, tu personalidad.
«cuando has terminado un escrito, a menudo tú mismo ignoras si es una maravilla o no vale nada».
anita haas
Eli Wallach. Vitalidad y picardía. ¿Cuánto había de vitalidad y cuánto de picardía en el actor?
Vitalidad, muchísima. Y picardía, solo en sus personajes. Por eso elegí el título, para hermanar una característica real con otra impostada.
¿Cómo conseguiste el prólogo de Clint Eastwood?
Llegar a Eastwood es prácticamente imposible. Pero yo lo conseguí gracias al propio Wallach, nos puso en contacto. Eastwood sentía por él un respeto y una admiración enormes, por eso la secretaria me dijo: “Mr. Eastwood dice que para Mr. Wallach lo que usted quiera”. Aún tiemblo de emoción al recordar que lo logré, representa un honor extraordinario, ¡encima en mi primer libro!
Has sido premiada varias veces por tus relatos, ¿qué sientes al ser reconocida por tu pluma?
Primero, incredulidad. Después, resulta como raro, dado que no sabes por qué han sido premiados esos trabajos en lugar de otros puesto que cuando has terminado un escrito, a menudo tú mismo ignoras si es una maravilla o no vale nada. Pero un premio siempre hace ilusión y te deja con ganas de recibir más.
Entran, de todos modos y La nueva vida fueron microrrelatos premiados (entre otros), ¿recomiendas a los jóvenes escritores los concursos literarios?
Sí y no. Sí, porque existen concursos serios e interesantes. Y no, porque también los hay que son una tomadura de pelo. Me gustan por ejemplo los que te piden ceñirte a una cierta temática, porque resultan estimulantes y pueden ayudarte en momentos con falta de creatividad. De hecho, dos de mis textos más conocidos, Creando a Florinda y Yo fui una chica Bond, surgieron de esta clase de desafío, y empujaron mi imaginación, así como otro de mis relatos premiados, La nueva vida.
Yo fui una chica Bond y otros relatos desconcertantes. ¿Por qué ese título?
Bueno, había que escoger el título de un relato de la antología, en primer lugar. Escogí para añadir “otros relatos desconcertantes” buscando un adjetivo que tuviera gancho comercial y unificara la cualidad de todos.
Libros aparte, publicas en revistas americanas y canadienses.
Sí, escribo relatos regularmente. Aparecen en publicaciones o antologías, ya son muchas, no recuerdo cuántas. Pero en el fondo lo que pretendo con ellos es reunirlos para proponer nuevas recopilaciones propias.
¿Con qué género te sientes más identificada?
En literatura, el drama, pero que tenga un toque especulativo o fantástico. Es decir, me gustan especialmente las historias cotidianas y costumbristas, pero que tensen las fronteras genéricas hacia terrenos inesperados.
¿Cómo te enfrentas al folio en blanco?
Con ilusión siempre, pero también con ansiedad.
Eres más de sacar las historias de tu interior o prefieres inspirarse en el exterior, de lo que el mundo ofrece.
Una vía intermedia. Es decir, historias que reflejan realidades, pero desde mi punto de vista.
Viridiana y Tristana…
Son unos amores, las adoro. También son mi inspiración, una especie de musas.
Vives con tu marido, también escritor. ¿Cómo llevas la convivencia entre dos artistas?
Muy bien. Nos complementamos también por esto, al ser ambos creadores.
También das cursos y clases, ¿verdad?
Sí, he impartido clases de inglés en diferentes centros desde que vivo en España. También cursos de cine americano.
Del mundo de la literatura ¿qué es lo que más te gusta?
Escribir.
Una película que te gustaría ver en novela. Y una novela que te gustaría ver en cine.
Lo primero, Las tres luces, de Fritz Lang. Lo segundo, El dios de las pequeñas cosas, de Arundati Roy.
Un libro de cabecera.
From Anna, de Jean Little. Era una escritora canadiense ciega, y este texto trata de una niña con problemas de visión, hija de emigrantes alemanes en Toronto. Por eso me identificaba con la protagonista.
Un/a escritor/a que te guste en especial.
Entre los clásicos, Charlotte Bronte, Charles Dickens y Pérez Galdós. Y entre los actuales, Rohinton Mistry y Tom Rachmann.
Un rincón para perderse y escribir.
Mi estudio.
¿Qué necesitas para ponerte a escribir? ¿Lo haces como rutina de trabajo o cuando llega la inspiración?
Mitad y mitad.
¿Música en casa o en un club?
Las dos.
¿Hogar o viajar?
Los dos. Pero cada vez con mayor frecuencia lo primero.
¿Barroco o gótico?
Ambos.
Unas palabras para los lectores de Los Putrefactos.
Enhorabuena por leer en papel.
Una entrevista de Luisje Moyano,
para «Los Putrefactos».