Ángela Cremonte Gilges-Raynié, nacida en Madrid el 3 de abril de 1982.
Es actriz (Las Chicas del Cable, Los Hombres de Paco o Amar es Para Siempre, etc.) y acaba de publicar su primera novela: “Todos Mienten a la Noche”, publicada por la Editorial Planeta.
La novela, medio ficción-medio real, cuenta la historia de su trastatarabuela, emigrante italiana que se mudó con lo puesto a Argentina y que forjó su presente con lucha y tesón, y creó un gran árbol genealógico donde las mujeres eran y son protagonistas.
La delicadeza que Ángela muestra en su rostro, lo hace ahora con su pluma, ligera y romántica, con un pulso acompasado por el tiempo de sus antepasados.
Foto: Álvaro Serrano Sierra
«Les dedico la novela a los emigrantes, porque para mí estamos hechos de ellos.»
ÁNGELA CREMONTE
Ángela, ¿con acento?
Ángela con tilde, sí, porque en este caso el nombre está españolizado.
¿De dónde vienen tus antepasados que tan bien describes en la novela?
Hasta el mundo conocido de lo familiar, sé que todos mis antepasados vienen del norte de Italia, del Piamonte, tanto de madre como de padre. A mediados del siglo XIV, mi trastarabuela nació en un pueblo muy pobre del Piamonte, más tarde emigraría a Argentina, esto lo cuento en la novela y es real. Y por parte de padre, el antepasado más antiguo, Vincenzo Cremonte, también nació en el norte de Italia. Ahí hay varias teorías: una de ellas es que nació en Cremonte, en la provincia de Alessandria, luego se iría a Génova, era ferroviario, también emigraría a Argentina. Tengo descendencia alemana, mi segundo apellido es alemán (Gilges-Raynié), de una isla muy pequeña, Heligoland. Como buena hija de bonaerenses tengo una mezcla de sangres europeas. Por eso les dedico la novela a los emigrantes, porque para mí estamos hechos de ellos.
Italia, Argentina, España… y tú, ¿de dónde te sientes?
Me siento cada día de un sitio más que de otro, voy variando, me siento en parte bastante española, madrileña. En lo afectivo bastante argentina, sobre todo en mi lenguaje íntimo de casa que tiene que ver con el acento y las palabras con las que mis padres me enseñaron a nombrar el mundo al principio, la música, la comida. Yo, que me fijo mucho en los árboles genealógicos, no me puedo olvidar de mi parte italiana, viajo mucho a Italia, es un país donde me siento muy a gusto… según me levante me siento más argentina, más italiana o más española.
¿Te sientes extranjera?
Cada vez menos, porque cada vez me siento más como yo, en mi propia piel, ya tengo una personalidad bastante configurada para bien y para mal… ahora en España hay mucha más pluralidad, cuando yo era pequeña no había tanta, me sentía mucho más extranjera, estaba recién conociendo el mundo, todo el mundo me parecía ajeno ya que lo que había fuera de casa era muy diferente a lo que había dentro: la comida, los acentos, la música, la situación de emigrantes de mis padres, su situación laboral, etc., que era diferente a la de los otros padres. En definitiva, me siento yo misma y eso implica que me sienta de muchos sitios.
¿Cuánto de real y cuánto de ficción hay en la novela?
Hay más de real que de ficción… ahora bien, es la realidad que yo recuerdo y en la memoria hay mucho de ficción y subjetividad. Mi madre, que ha leído la novela, dice que hay cosas que ella ha vivido de distinta forma. Hay hechos que ocurrieron objetivamente, como que mi trastarabuela nació en el Piamonte, que emigró a América, que se estableció en un campo de la provincia de Buenos Aires, tengo cartas de ella donde cuenta los terneros y yeguas de pecho que tenían allí, eso es real. Cuando yo narro en primera persona en Madrid cosas que han ocurrido en mi casa son reales… en la novela hay mucho de realidad.
Eufrosine, ¡qué maravilla de personaje!
Pedazo de tía fue Eufrosine. Hay muchas Eufrosines en nuestras familias. Si tiramos del hilo genético, nuestras madres, abuelas, bisabuelas, fueron adolescentes, niñas, mujeres muy valientes, sin las Eufrosines no estaríamos aquí.
Publicas con Planeta tu primera novela, ¿un éxito?
Lo del éxito es relativo, pero estoy muy contenta, primero porque publicar con Planeta una primera novela es un éxito en sí, es un privilegio, un regalo, y porque estoy teniendo excelentes críticas, y eso para mí ya es un éxito.
¿Quiénes son los Argentina?
Los Argentina son raros, pero gente muy bien alimentada, como decía Eufrosine. Los Argentina son, para Eufrosine y los emigrantes italianos que todavía no habían salido de su pueblo, lo desconocido, los habitantes de la tierra prometida.
La Boca, ¿qué te sugiere?
Me gustaría ir hacia atrás en el tiempo y poder ver el momento en el que mis ancestros pisaron ese puerto por primera vez, porque salir de un pueblo pequeño y llegar a semejante puerto con ese enjambre de gente de sitios tan distintos… tuvo que ser bastante sobrecogedor. El comienzo de todo, La Boca, Argentina.
¿Las vacas son más grandes en Argentina?
La verdad no tengo ni idea, pero para los italianos de la época eran muy grandes, eran mucho más grandes que las que había en Italia, estaban mejor alimentadas.
¿Es el amor más fuerte que el queso picante?
El amor de verdad, sí.
Renacimiento italiano.
Es una de mis etapas favoritas de la Humanidad. Me encanta el arte italiano, y el Renacimiento me fascina, me relaja, me da paz, me resuena, ¡me encanta! El Veneciano también, viviría en una mezcla de los dos, hay una belleza que me cura.
¿Hay belleza en la muerte?
En todo hay belleza, incluso en el dolor. Lo que pasa es que cuando es una muerte no lo podemos ver porque estamos perdidos en el sufrimiento. La belleza está en todo.
¿Llenaremos la Vía Láctea?
No lo sé, espero que no porque como humanidad somos bastante invasivos.
¿Alfa u Omega?
Creo que Omega, porque lo Alfa tiene algunas connotaciones como un poco negativas, invasivas…
¿Albert Camus o Herman Hesse?
Cómo puedes hacerme elegir entre los dos… esto no se hace…
«Si tiramos del hilo genético, nuestras madres, abuelas, bisabuelas, fueron adolescentes, niñas, mujeres muy valientes»
ÁNGELA CREMONTE
Navidad, ¿en Argentina o en España?
En Argentina, ya que aquí tengo muchos menos familiares. Cuando me enviaban de pequeña a Argentina por Navidad, primero era verano y luego allí lo pasaba con toda la familia, era una fiesta, así que en Argentina.
¿Sol de invierno o lluvia de verano?
¿Hay que elegir? Es que me encantan las dos cosas… no puedo, soy ascendente géminis, no puedo elegir entre estas dos maravillas.
¿Mate o café?
Me crié con el mate, pero acabo de abrir en Madrid una cafetería de especialidad, he aprendido mucho del buen café.
¿Pasta, asado o paella?
Pasta. He comido mucha carne de vaca y ahora pasta.
¿Realmente odias las patatas fritas?
No las odio, odio ese momento en el que una pareja te reprocha el no saber hacer algo tan básico, pero es que yo no estaba ahí para hacerle patatas fritas.
Baltasar Garzón.
A muchos les generará controversia. Para mí fue alguien muy importante y a quien respeté mucho por acompañar y escuchar a las víctimas de la dictadura argentina, a las madres y abuelas de la Plaza de Mayo y por recibir a mi padrastro, por abrir la querella que abrió y hacer posible que Pinochet fuera detenido en Londres. Para mí es alguien a quien respeto y valoro, a quien considero muy valiente.
Carlos Alberto Slepoy.
Fue mi padrastro… Siempre me emociono al hablar de él. Fue mi segundo padre, murió hace casi cuatro años, es una de las figuras más nutritivas de mi vida. Abogado laboralista y de derechos humanos, que junto al juez Baltasar Garzón y otros fiscales españoles, abrieron la causa por la querella argentina que acabó con varios militares enjuiciados y con el dictador Pinochet detenido en Londres. Eso fue un hito en la humanidad y en mi casa, yo lo viví en primera línea de salón con mucha emoción, con mucho aprendizaje, esa experiencia fue radical, me enseñó mucho y fue a través de él, de su absoluta generosidad, de lo incansable que era, él nunca se cansaba porque si se cansaba perdía y el que se cansa pierde y nosotros los extranjeros, los exiliados, las víctimas ya no queríamos perder. Animo a la gente que se meta en Google y se ponga sus vídeos y recobre la fe en la humanidad.
Rigoberta Menchú.
Fue una de las personas que durante esa época de juicios y de declaraciones y de madres y abuelas de Plaza de Mayo y de cenas en mi casa, todos los días, todas las noches hasta las tantas, vino varias veces. Era una época en la que ella salía bastante en los medios, y yo me decía: “viene a mi casa Rigoberta Menchú”, esa mujer con tanto vivido, con tanta fuerza y tanto luchado. Mi madre se ponía contenta ya que a Rigobertu Menchú le gustaba mucho comer, y a mi madre que se comieran su comida. Creo que esa es una de las riquezas de mi novela, poder contar todas estas cosas, con todas estas personas, desde lo íntimo, desde la cotidianeidad de una cena en casa.
Después de describir los castigos de la dictadura argentina, ¿crees que el ser humano es bueno por naturaleza?
La verdad, no lo sé, no lo tengo claro. Creo que sí, porque yo siento que soy buena por naturaleza. Como no me siento más especial que nadie creo que en un ser humano equilibrado, sano y que se cuida hay mucha bondad y amor, lo que pasa es que en el mundo a veces hay tantos motivos que nos enferman, tantas situaciones injustas, tantos traumas mal curados…
¿Fe en la humanidad?
Sí, no puedo perderla, porque si no me dan ganas de irme de este mundo.
¿La sangre tira mucho?
Desde luego. Por la sangre ha habido ríos de tinta. Lo que pasa es que me gustaría pensar que hay que trabajar porque tiren otras cosas; la familia elegida, los amigos, los buenos vínculos, los amores y que no tenga que tirar de manera indiscriminada la sangre de la familia, hay vínculos familiares que no son sanos y que hay que cortar.
Justicia poética, justicia social o justicia divina.
Las tres cosas equilibrarían todo. La poética y la social en esta tierra, la divina si tiene que llegar que llegue, pero hay cosas que hacer aquí y ahora que tienen que ver con lo social y lo poético.
Una escritora y un escritor de cabecera.
Virginia Woolf y un escritor… es difícil… lo pensaré…
Una novela.
Madame Bovary.
¿Llegará pronto tu segunda novela?
Va a tardar un poco… como el tiempo es relativo… pero llegará… siempre he escrito y siempre voy a seguir escribiendo, pero es un proceso, hay que investigar y hay que pensar mucho antes.
Pretensiones de futuro.
Tengo pretensiones de presente, estoy tan ocupada… pero, una segunda novela, me gustaría ser madre, tener una casa de campo, vivir de otra manera.
Sueños en el mundo de la escritura.
Que “Todos mienten a la noche” se publique y se edite en Latinoamérica, especialmente en Argentina. Y conseguir un agente con el que me sienta bien, me guíe y que haga esto posible.
¿Te gustaría ver tu novela en la pantalla de un cine?
Me encantaría ver mi novela en una pantalla de cine, me fascinaría, sería la bomba, de hecho me gustaría implicarme en el guion, en el rodaje, etc.
Una entrevista de Luisje Moyano,
para «Los Putrefactos».