Pedro Molino (Mancha Real, 1954). Maestro, educador y activista cultural andaluz que ha vivido en Cádiz, Sevilla y Málaga, antes de regresar a Jaén.
Tiene un currículum variado y singular como creativo (diseño gráfico, director de campañas publicitarias, guiones de vídeo, realizador de diseños 3D y arquitectónicos…).
Ha sido maestro, tutor y gestor de contenidos de la Universidad de Padres online promovida por el filósofo José Antonio Marina. Se considera un promotor social de la lectura (con iniciativas como Círculo de Letras y Jaén, lecto-creativa, o conferencias y seminarios). Su compromiso con Jaén se refleja también como miembro creador de colectivos de empresarios y profesionales como PROA. Su vocación de editor viene avalada por más de seiscientos libros, realizados para su editorial “Líberman”, para otras y para diferentes instituciones andaluzas (Jaén, pueblos y ciudades, I Plan Estratégico de Jaén, Historia de Málaga, Jaén, 25 años de Democracia,…). Ha sido creador de proyectos singulares como el diseño de su propia escuela en Bolonia (Tarifa) con aulas hexagonales junto con el I Plan de Escuelas Rurales de Andalucía (1985-87) y, recientemente, ha creado el Fondo Biblio-poético Miguel Hernández para el museo de este gran poeta en Quesada (Jaén).
“ser editor ha sido una evolución natural por mi amor a los libros”
Pedro Molino
¿Qué tal es tener una editorial en plena era digital?
Fui siempre un niño muy lector. “Soy quien soy porque soy lector”, como ha dicho Juan Eslava Galán. Ya a los diez años de edad me gustaba
escribir, dibujar y encuadernar mis propios cuentos infantiles. Creo que ser editor ha sido una evolución natural por mi amor a los libros. Sin duda, tener una editorial en plena era digital es muy arriesgado y mucho más en comunidades que leen poco o que han perdido la curiosidad natural para la cultura como fuerza vital y de cambio. Aun así, los jóvenes deberían saber que sin los libros no se hubiese
llegado a desarrollar el lenguaje binario, o sea, la“escritura digital” de la programación informática actual.
En tu página web (www.libermangrupoeditorial.es) remarcas el cuidado entre editorial y escritor, ¿Cómo trabajáis con el escritor?
Precisamente porque tengo mucho respeto a los autores procuro trabajar con ellos para hacer la mejor versión posible de sus originales y publicar libros muy cuidados en una fórmula de coproducción editorial que varía según la calidad y posibilidades de venta de cada libro.
¿Cuándo comenzaste con la editorial, ¿Cuál era el objetivo?, ¿sigue manteniéndose el mismo?
Ha cambiado. Comenzamos como “grupo editorial” fusionando otras dos iniciativas editoriales de Jaén, pero he tenido que quedarme solo demasiado tiempo y, ahora, sigo ofreciendo acciones a jóvenes emprendedores que amen este sector.
¿Cómo está la literatura en la provincia de Jaén?
La provincia de Jaén tiene autores muy consagrados de primer nivel (Muñoz Molina, Eslava Galán, Salvador Compán, Jesús Maeso, Emilio Lara…) y muchos autores estupendos que deben ser reconocidos porque hacen libros muy dignos. Echo en falta más reseñas críticas y tertulias que pongan en valor toda esa fuerza literaria de autores provinciales.
Y a nivel de país, ¿en qué momento nos encontramos literariamente hablando?
Hay dos grandes grupos editoriales que mueven casi todos los sellos editoriales, que no citaré, promocionando sus libros en listas de superventas, lo que conduce a los lectores a comprar casi los mismos títulos (algunos buenos y otros más que regulares). Y todo ello reduce las posibilidades de mercado de las medianas y pequeñas editoriales que superviven con dificultades.
Publicas para mucha gente, pero también publicas tus propios libros, ¿Qué tal la experiencia de escritor?
Recuerdo haber escrito mi primer cuento a los ocho años, luego los mecanografiaba, poemas en la adolescencia y relatos o guiones de cine que aún conservo en viejos cuadernos. Leer y escribir son dos caras de una misma pasión por las palabras y la vida. He escrito multitud de artículos de prensa y de educación, relatos y novelas cortas, pero le publico a otros más que a mí mismo. Aún espero sorprender a mis potenciales lectores, como ha sucedido con “El secreto de las constelaciones”, texto que ha tenido muy buenas críticas, que va por su segunda edición ampliada y que cuenta el origen de mi pasión lectora inspirada por mi padre.
Has inaugurado el Fondo Bibliopoético “Llamo a los poetas” en el pueblo maravilloso de Quesada, cuéntanos, ¿en qué consiste?
En mi juventud, a principios de los 70, formé parte de un núcleo de ocho jóvenes que acompañábamos al grupo literario “El Olivo” de Jaén. Desde siempre he sido un apasionado del género de la poesía, compatible con la novela y el ensayo. Desde que se creó el Museo Miguel Hernández y Josefina Manresa en Quesada entendí que debería ser un lugar de “peregrinaje” para los poetas y, curiosamente, me encontré con el poema de Miguel que titula “Llamo a los poetas”. Esas fueron mis fuentes de inspiración para diseñar esta biblioteca exclusiva de poesía contemporánea (siglo XX y XXI) que tanta atracción está despertando entre especialistas y poetas de toda España y que fue apadrinada por Paco Ibáñez, el cantautor que más ha dignificado y extendido la poesía “Aceituneros” de Hernández por todo el mundo.
¿Quién es para ti Miguel Hernández?
Miguel Hernández es uno de los poetas más profundamente humano, querido y popular que he leído, porque su obra es fruto de su pasión lectora adolescente y de su propia coherencia como persona. Una obra de alta calidad expresiva comparable a Lorca o a César Vallejo.
¿Ha habido alguna lectura en concreto que te ayudase a decidir tu camino en el mundo editorial?
Más que lectura en concreto, llegué a ser editor por mi trayectoria como activista de la cultura y la educación desde antes de la Transición democrática. Maquetaba y diseñaba carteles y revistas de muchos colectivos y grupos que necesitaban poner sobre papel sus ideas y sus textos. Yo siempre me atreví y aprendía de cada publicación, codo con codo, con los trabajadores de las imprentas.
¿Qué le dirías a los nuevos escritores?
“Que lean mucho, escriban mucho y tiren a la papelera mucho, para quedarse con lo mejor”. Este es un consejo que dio Borges a un escritor joven. Algunos no lo entienden. Necesitamos constancia, humildad y aprendizaje para escribir cada vez mejor.
“Necesitamos constancia, humildad y aprendizaje para escribir cada vez mejor”
¿Cómo se puede inculcar en los más jóvenes la pasión por leer y escribir?
Hay un camino que yo cuento en mis cursos, “la lectura con amor” en el seno de la familia y que comienza con los bebés, con las nanas y los cuentos antes de dormir y que prosigue con libros de calidad adaptados a cada edad. La escuela debe impulsar la magia de leer y proponer técnicas de creatividad para escribir y para otras áreas. La sociedad tiene que poner de moda la necesidad de leer para mejorar su educación, su cultura y su creatividad en general.
¿Qué hay que mejorar en la educación?, si es que hay algo que mejorar.
En la educación hay que mejorar mucho. Comenzando por la formación de las familias para que eduquen bien a sus hijos. Siguiendo por la escuela, para que no frustre la curiosidad natural infantil por aprender. Formando a los profesores en técnicas didácticas activas y prácticas que les ayuden a crear aulas lideradas y motivadas para aprender. No es cuestión de leyes, es cuestión de que toda la sociedad comprenda que el futuro de los territorios está en la generación del talento de sus jóvenes para crear, cooperar e innovar un mundo más humano y desarrollado sosteniblemente. Sabemos cómo hacerlo, pero hay que creer y querer aunar líneas de confluencia educativa y social.
Unas palabras para los lectores de nuestra revista.
Desconéctense de las pantallas en un momento especial de su jornada. Dediquen una hora al día a la lectura analógica sobre papel, sea de revistas como esta o de libros, hay infinidad de títulos que le harán disfrutar de una buena historia o de un mayor conocimiento. Si se toman un buen vino y escuchan música relajada mientras leen, mejor que mejor.
Una entrevista de Luisje Moyano.
para «Los Putrefactos«