Juan de Dios Valverde nació en Jaén y desde bien temprano sintió inclinación por imaginar y contar historias.
Tal vez por eso se ha dedicado profesionalmente al periodismo, porque dice que escribir es una de las pocas cosas que hace de manera aceptable.
De ahí a inventar decenas de cuentos y relatos, además de escribir un par de novelas y poner en marcha la Asociación Cultural Másquecuentos, solo había unos pasos que ha dado con resultados razonablemente satisfactorios.
“Una de las metas que cualquiera busca cuando
Juan D.Valverde
escribe, encontrar a alguien que te lea.”
Eres el presidente de la Asociación Cultural Másquecuentos, ¿en qué consiste?
Másquecuentos es una entidad sin ánimo de lucro que nació en 2015 de la mano de cuatro amigos con el fin de fomentar la lectura y la escritura aprovechando las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías para llegar a mucha gente. Para ello, cada año convocamos concursos literarios y publicamos en nuestro portal web los cuentos participantes con el objetivo de que se puedan compartir en nuestras redes sociales y así sean mucho más leídos. En estos 8 años han sido cerca de 1.500 los escritores, la gran mayoría noveles y amateur, que han tomado parte en nuestros certámenes y miles de personas han podido disfrutar de estas lecturas, por lo que los autores participantes han encontrado de esta forma muchos lectores por el camino, lo que sin duda es una de las metas que cualquiera busca cuando escribe, encontrar a alguien que te lea.
Una de las cosas importantes que realiza la asociación es un premio internacional de relatos al que mandan escritos de todos los lugares del mundo, ¿qué tal la experiencia?
Sorprendente, positiva y creo que bastante exitosa, porque el certamen no ha parado de crecer desde que lo pusimos en marcha hace ya 6 años. Este concurso lo organizamos desde la provincia de Jaén, que es la cuna del aceite de oliva y la principal productora mundial de este alimento tan saludable como delicioso, y estamos muy orgullosos de poner nuestro granito de arena para que la milenaria cultura que rodea al olivar y el aceite de oliva sea un poquito más conocida gracias a nuestro premio literario, que no para de batir récords, porque este año se han presentado un total de 329 cuentos enviados por autores de una veintena de países. Personalmente considero que es una convocatoria muy singular, porque mezcla los galardones que entrega el público con sus votos a través de internet con otros que otorga un jurado literario, y además sorteamos entre los autores y las personas que votan regalos relacionados con el aceite de oliva. Creo que es un concurso muy peculiar, al que animo a todo el mundo a participar, porque hay muy pocos como este en todo el mundo.
¿Cómo se elige el jurado?
El jurado tiene miembros fijos y otros que van cambiando cada año. Tenemos el lujo de que lo presida un escritor tan reconocido y prestigioso como Salvador Compán, que hasta ahora ha estado acompañado en todas las ediciones por el responsable de la editorial Líberman, Pedro Molino. A ellos se han sumado en los últimos años los ganadores de los premios de relato corto y microrrelato de la edición anterior, y el director de la RTVA en Jaén. Pero para que los relatos lleguen a sus manos, antes han de pasar por un exigente Comité de Lectura que se encarga de la siempre ardua y compleja tarea de elegir los finalistas. De todo este proceso los concursantes están permanentemente informados, algo que también nos distingue de otros muchos certámenes literarios, porque nosotros consideramos que hay que cuidar a los autores como nos gustaría que nos trataran a nosotros mismos y para ellos entendemos que la transparencia es primordial.
¿Qué se hace con los premiados, qué se llevan a casa?
Aparte de regalos en especie, este año repartiremos más de 3.000 euros en un total de 8 premios en las modalidades de relato corto y microrrelato. Además, los ganadores disfrutan de una experiencia de oleoturismo en la provincia de Jaén cuando vienen a recoger sus galardones y los invitamos a dormir para que disfruten también de una de las ciudades más bonitas de España, Úbeda, que es junto con Baeza Patrimonio de la Humanidad. Además de todo esto, contamos con otro premio, para mí tal vez el más ilusionante, que consiste en que uno de los relatos premiados puede convertirse en el guion de un cortometraje. Hasta ahora hemos promovido el rodaje de dos cortos: “Love AOVE” (2020), que tuvo bastantes reconocimientos en concursos nacionales e internacionales, y “Raíces”, que se ha rodado este mismo año y preestrenado hace pocos meses, y no creo equivocarme si digo que sus autores están tan satisfechos o más de haber visto sus creaciones llevadas a la gran pantalla que de los premios en metálico que consiguieron.
¿Crees que los premios literarios sirven para forjar una carrera literaria?
Sí y no. Creo que no es aconsejable forzar la escritura; debe fluir siempre, más allá de los éxitos que se puedan conseguir en cualquier tipo de premio. Escribir relatos, cuentos, guiones, poesía… ha de ser, antes de nada, un placer, algo que se hace por satisfacción propia o por necesidad, porque hay algo que el autor quiere contar y compartir. A partir de ahí, es evidente que lograr un galardón es una gran alegría y un acicate, un refuerzo para continuar escribiendo, pero en mi opinión no debe ser la prioridad… Aunque claro, hacerse con uno de los grandes premios que se convocan en nuestro país puede ser el comienzo de una larga carrera, cómo no.
Además, y como comentabas antes, desde la asociación se ha promovido el rodaje de dos cortometrajes, uno de ellos premiado, el otro en fase de distribución, de sendos galardonados del premio internacional, ¿por qué elegisteis el mundo audiovisual?
Másquecuentos quería ser, desde un principio, mucho más que un concurso de relatos al uso, de los que hay miles en España. Por eso hemos apostado por tener tanta presencia en internet, en redes sociales y también en el mundo audiovisual, lo que nos ha dado aún mayor proyección. Creo que convertir alguno de los relatos ganadores en un guion cinematográfico era un paso hasta cierto punto lógico por la vinculación que tienen la literatura y el cine, y nos permite aprovechar la enorme repercusión que tiene el mundo audiovisual para dar a conocer aún más nuestro certamen literario y a nuestros autores.
Aparte de esta asociación literaria, tienes publicadas dos novelas… Una de ellas se acaba de llevar al cine, ¿qué se siente al ver tus personajes levantados del papel a la realidad?
Es una sensación maravillosa ver que los personajes que un día surgieron en mi mente y que pululan por las páginas de “La memoria del agua” han cobrado vida. Sin duda, es muy recomendable para cualquiera al que le guste escribir probar distintos géneros, y el guion cinematográfico, aunque es muy distinto a la novela o el relato, mantiene un hilo y un vínculo indiscutible con la literatura. Creo que un buen escritor puede ser un estupendo guionista y viceversa, así que personalmente ha sido una experiencia muy grata, aunque es evidente que la película que se estrenará próximamente no es una trasposición literal de mi novela. Es algo distinto, pero diría que igual de satisfactorio o incluso más, porque mientras un libro es al final el fruto de un trabajo solitario y muy individual, levantar un largometraje necesita del esfuerzo de mucha gente que, de una forma u otra, ha confiado en tus ideas y los personajes que creaste.
¿Qué tal con el mundo de las editoriales?
La experiencia es más bien agridulce. La verdad es que escribir un libro requiere de un gran esfuerzo, además de tiempo y dedicación. Muchas veces es necesario documentarse bastante y eso supone dejar de disfrutar de otras aficiones o va en detrimento de atender a la propia familia. En cierto modo, es un sacrificio, aunque placentero, y cuando consigues terminar una novela es bastante frustrante que no se pueda publicar o que, si lo logras, apenas tengas recompensa económica por todo el trabajo realizado porque, además de que es muy difícil vender libros actualmente, la mayoría de los beneficios se reparten entre la editorial y el canal de distribución. Es cierto que hoy en día se puede publicar o autopublicar mucho más fácilmente que hace unos años, pero sigo pensando que el escritor, que a mi juicio debería ser el principal protagonista, es el eslabón más débil de toda la cadena editora.
¿Y con el mundo del cine?
Es un ámbito que he descubierto más recientemente y que me ha resultado muy estimulante, sobre todo porque no era consciente de la impresionante repercusión social que tiene todo lo relacionado con lo audiovisual. Mi implicación en el rodaje de la película “La sombra del quebrantahuesos”, que se basaba en mi libro “La memoria del agua”, no se ha limitado a coescribir el guion, sino que he intentado aportar en la producción, y ha sido realmente sorprendente el interés que despierta el rodaje de un filme tanto donde se graba como entre los patrocinadores que se unen al proyecto.
Ahora que tienes experiencia en este tema, ¿qué diferencias ves entre la literatura y el audiovisual?
El lenguaje audiovisual es mucho más directo, es acción pura, una concatenación de imágenes a través de las que se trasladan ideas y mensajes. El literario es mucho más sosegado, reflexivo, aunque creo que después de más de un siglo de convivencia, ambos están muy contaminados y se han enriquecido mutuamente con el tiempo. De hecho, creo que gran parte de la literatura actual es cada vez más visual y el lector puede seguir la acción como si estuviera visionando una película.
Una película que haya marcado tu vida.
Me cuesta mucho elegir una sola, me quedaría con cualquiera de los años dorados de Hollywood, en los que muchos grandes autores escribieron guiones y los diálogos son auténticas obras de arte.
¿Qué tal tu experiencia como escritor de dos novelas?
Es algo que nunca hubiera pensado que iba a conseguir porque se necesita una gran constancia, algo que he descubierto con los años. Poco a poco he ido entendiendo que se consiguen más logros con trabajo, perseverancia, esfuerzo y dedicación que con talento. Las musas te pueden visitar algunos días, pero si no te cogen trabajando, difícil será que logres perfilar unas líneas. Mi experiencia ha sido por eso dura, porque me ha costado mucho tiempo escribirlas, pero en ese proceso me he percatado de que no es una quimera hacerlo, al contrario, si algo demuestran estas dos obras es que, si he escrito dos, ¿por qué no otra más? Aunque sin duda lo que más anima a perseverar son las críticas que he recibido de amigos y conocidos que me han felicitado al leerlas, eso es lo que verdaderamente más se valora.
“El puente de las indulgencias” es tu última novela, ¿qué nos puedes contar de ella?
Es una novela histórica ambientada en la provincia de Jaén en los inicios del siglo XVI, cuando era conocida como el Santo Reino. Es un libro que me ocupó muchos años por el escaso tiempo libre que me deja mi trabajo y la abundante documentación que tuve que consultar para darle verosimilitud al contexto histórico en el que se desenvuelve el protagonista, un joven pastor que vive múltiples aventuras que lo llevan desde su aldea a la capital y luego incluso a Roma para tomar contacto con el Vaticano. En su camino tiene que sortear peligros y también encuentra el amor… Para alguien como yo, aficionado a este género, es una novela que me hubiera gustado leer porque creo que es entretenida y, a la vez, didáctica.
¿Alguna nueva novela que estés escribiendo?
Ahora mismo estoy más centrado en escribir relatos cortos y en algún que otro proyecto cinematográfico, aunque desde luego tengo alguna historia pendiente de escribir que espero que antes o después pueda empezar.
Para escribir, ¿eres de los escritores que buscas la inspiración en lugares, o prefieres la concentración de tu estudio?
Yo creo que la disciplina y la constancia son muy importantes, así que me inclino por escribir en casa, aunque eso no quiere decir que renuncie a hacerlo en cualquier parte si una idea interesante me asalta. Por eso es bueno llevar siempre papel y bolígrafo a mano, aunque ahora con el móvil podemos solventar ese problema logístico para no olvidar alguna trama surgida sobre la marcha.
Un lugar para perderse.
La Sierra de Segura.
¿Has cumplido todos tus sueños o aún te queda alguno?
Diría que los creativos sí, aunque cuando crees que lo has hecho, surge un nuevo proyecto con el que te ilusionas y ya estás otra vez persiguiendo una quimera que, con mucho esfuerzo y una pizca de suerte, tal vez se pueda hacer realidad.
Una escritora y un escritor de cabecera.
Almudena Grandes y José Saramago.
La política es…
una necesidad. Todo es política, no interesarse por ella también es una forma de hacer política, porque si no te implicas en lo que pasa a tu alrededor, otros lo harán en función de sus intereses olvidando tal vez los tuyos.
La religión es…
una creencia que quizás esté ya superada en su concepción más tradicional.
Unas palabras para los lectores de “Los Putrefactos”.
Es una enorme alegría que existan revistas como esta donde la cultura tiene todo el protagonismo que, por desgracia, ha perdido en los medios generalistas. Echo de menos los tiempos en que los grandes referentes, la gente a la que más se escuchaba, eran filósofos, pensadores, literatos… Hoy estamos sin referentes porque seguramente se pone el altavoz a otros personajes de medio pelo que no tienen casi nada interesante que ofrecer, así que animo a los lectores a que sigan buscando publicaciones y espacios como este que con seguridad les aportarán interesantes reflexiones sobre la complejidad de la vida, que desde el arte se intenta siempre entender e interpretar.
Una entrevista de Luisje Moyano.
para «Los Putrefactos«