Baltasar Garzón nació en 1955 en Torres, un pequeño municipio de Sierra Mágina (Jaén), y durante buena parte de su vida profesional ha sido magistrado. Su larga e intensa trayectoria judicial estuvo marcada por su paso por la Audiencia Nacional, donde lidió con casos de terrorismo, corrupción y narcotráfico que lo hicieron muy conocido y reconocido entre la opinión pública.
También pasó fugazmente por la política y es uno de los grandes adalides de la aplicación de la justicia universal después de haber incoado procedimientos contra la dictadura argentina o a Pinochet.
También se ha encargado de la defensa jurídica del fundador de Wikileaks, Julian Assange, e incluso tiene una fundación que lleva su nombre en defensa de los derechos humanos en el mundo.
De todo esto nos hablará a través de los numerosos libros que ha escrito y publicado a lo largo de su vida.
“ Creo en la justicia y sé que hay miles de jueces honestos, profesionales, que solo pretenden realizar su trabajo con independencia y rectitud.”
Baltasar Garzón
¿Qué es para usted la justicia?
La justicia siempre ha sido y será uno de los motores de mi vida, pero debo decir que al igual que he vivido grandes satisfacciones gracias a la justicia, también es cierto que la deriva que observo con jueces de la mano de los políticos que más pueden beneficiarlos a título personal, me ha provocado desencanto hacia cómo se ejerce la profesión. Un caso emblemático es el hecho de que la justicia en nuestro país tiene una deuda que difícilmente saldará alguna vez con las víctimas del franquismo, a las que, aún hoy y pese a la existencia de una Ley de Memoria Democrática, se les sigue negando la más elemental reparación, como es la judicial. A los jueces les importa nada este tema y, con ello, cometen el mayor agravio y la más grande equivocación, porque hasta que esa reparación no acontezca no podrá quitarse la mancha del régimen fascista de Franco.
Otro asunto en que la política ha intervenido por intereses políticos, es en las sucesivas reformas de la Justicia Universal que, si bien permitió que se cuestionaran crímenes como los de Pinochet o los de la dictadura argentina, entre otros, ha dejado sin protección a víctimas de todo el mundo en cuyos países jamás se procesará a sus verdugos. Las presiones de otros países sobre nuestros gobernantes -tanto del PP como del PSOE en diferentes momentos- llevó a su práctica inexistencia en nuestros tribunales. Y son muchos los casos en que los más vulnerables no tienen quien les defienda.
O miren si no el caso de Lula da Silva, encarcelado por el fiscal brasileño que luego sería ministro del ramo en su país. Lula fue exonerado, pero su injusta prisión sirvió para evitar que se presentara a las elecciones. Como es patente, cuando finalmente pudo volver a la batalla electoral, fue investido presidente, lo que Jair Bolsonaro intentaba evitar. Pese a todos los pesares, creo en la justicia, aunque en mi caso haya sufrido un proceso arbitrario y parcial, como ha dictaminado el comité de Derechos Humanos de la ONU, que insta al Estado español a resarcirme. Pienso que la justicia es indispensable para la democracia y el bienestar de los ciudadanos. Vean si no como en todos aquellos países en que gobiernan los ultraconservadores o la ultraderecha, el poder judicial es la primera institución a abatir. Creo en la justicia y sé que hay miles de jueces honestos, profesionales, que solo pretenden realizar su trabajo con independencia y rectitud.
Su primer libro, “Cuento de Navidad”, ¿qué nos puede contar de él?
Sigo pensando, como expuse en aquel libro, que los responsables de aquellos crímenes vuelven antes o después a encontrarse con un pasado que intentaron enterrar. No se puede imponer el olvido.
“Un mundo sin miedo”. ¿Usted ha sentido miedo? Si es así, ¿en qué momento?
Siento temor por el mundo que dejamos a los niños de hoy, a las generaciones que vienen. Me temo que hemos fracasado en nuestro deseo, en nuestra lucha por acabar con las guerras, por conseguir la igualdad y lograr una situación de bienestar para todos. En ello los de mi generación y otras generaciones próximas, empeñamos nuestra juventud y buena parte de nuestra vida y aunque sin duda, de no haber obrado así nuestra realidad sería muy tenebrosa, lo cierto es que los fantasmas de la intolerancia, la xenofobia, el racismo, la violencia de género, el conflicto bélico y en suma, el fascismo, siguen presentes. Eso es lo que me da miedo y por eso sigo luchando contra todos estos molinos de viento que son auténticos gigantes que ponen en riesgo nuestro porvenir.
“La lucha contra el terrorismo y sus límites”, otra de sus obras; ¿cómo se combate el terrorismo?
Con el apoyo decidido de toda la sociedad, rechazando la acción de los violentos. Las grandes manifestaciones por el asesinato de Miguel Ángel Blanco supusieron un punto de inflexión en la idea que la banda terrorista ETA tenía de sus acciones. Y desde un punto de vista “técnico” es básico cortar el suministro económico de estas organizaciones criminales. Como todo en la vida, el dinero es fundamental. Por supuesto hace falta una acción policial y una investigación de inteligencia, y es vital que los jueces no tengan miedo y hagan su trabajo. Pero, en especial, hay que profundizar en las causas. No todo es lo mismo. El terrorismo yihadista es un fenómeno relativamente nuevo, distinto al terrorismo organizado tradicional por motivos políticos, y muy difícil de combatir al hundir sus raíces en una base no solo ideológica sino deformada de la religión fundamentalista. La guerra contra este terrorismo no es el camino. Se vio en Afganistán y se está viendo con Hamas. Es una guerra asimétrica que no tiene una solución próxima. Hay que ir a la causa generatriz y eso lleva mucho tiempo y mucha cooperación y soluciones globales relacionadas con la propia existencia territorial de las comunidades enfrentadas que, en el caso de Palestina, pasa por el reconocimiento de los dos Estados, por ejemplo. En otros ámbitos, también el terror se puede utilizar como instrumento del crimen organizado y ahí la acción sobre la financiación es fundamental.
“El alma de los verdugos”, un gran título para un gran libro, que también fue documental, ¿debe existir el perdón para los tiranos?
Creo que lo fundamental sería que los tiranos pidieran perdón, algo que no recuerdo que dictador alguno haya hecho. El mal extremo no es consciente de esa maldad, o lo es y la considera necesaria para un objetivo común. Un fin que suele ir en beneficio de una minoría. También los tiranos y sus acciones suelen ir parejos a la impunidad que persiguen de sus acciones. Estas son las que hay que descubrir y sancionar, siempre.
Las injusticias también las refleja en “La línea del horizonte”, ¿cuál cree que es la mayor injusticia que ha cometido el ser humano?
La indiferencia. Es una forma de injusticia que lleva a despreciar al otro, a obviar sus necesidades y considerar que lo que les ocurra a los demás, “no me afecta”. Eso ocurrió con las atrocidades del fascismo alemán y eso ha sucedido y está pasando en numerosos puntos del planeta, ya no solo con las personas, sino con la propia naturaleza.
“En el punto de mira”; se ha hablado de usted de todas las formas posibles: buenas, malas, etc. ¿Cómo le gustaría ser recordado?
Se habla de mí como actor de una serie de acciones judiciales que me correspondió ejercer desde mi juzgado número 5 de la Audiencia Nacional. He vivido muchos años en la judicatura y me ha tocado llevar adelante temas álgidos y que creo fueron importantes en su momento para la sociedad. Me gustaría que me recordasen como una persona que buscaba el bien común y como un juez independiente que buscaba combatir el crimen haciendo justicia, mal que le pesara al poderoso de turno. Es decir, como un buen servidor público.
“Los disfraces del fascismo”, ¿cómo podemos desnudar al fascismo para que las nuevas generaciones sean capaces de detectarlo?
-Hay que dotar a los jóvenes de la formación necesaria para que sepan detectar el fascismo por sí mismos, rechazando bulos y teorías conspirativas en las redes sociales y enseñándoles a cuestionar, a contrastar y a contestar las falsedades. Es algo que me preocupa mucho y en lo que todos deberíamos estar trabajando. Y no está de más refrescar la memoria de los adultos también, que demasiadas veces se dejan llevar sin resistencia por los cantos de sirena de la ultraderecha. Ahí algunos medios informativos y tertulianos afines a ciertas posturas políticas conservadoras tienen tanta culpa como determinados políticos.
De todos sus libros, ¿con cuál se quedaría y por qué?
La verdad es que cada uno tiene una parte de mí y de mi forma de ver la vida que unidas, forman un todo. En el Punto de Mira es un libro que explica buena parte de nuestra historia. Los disfraces del fascismo ha sido una obra un tanto premonitoria en cuanto que cuando lo escribí, no éramos tan conscientes como ahora de los avances de los fascistas.
¿En qué consiste FIBGAR, su Fundación?
– La Fundación Internacional Baltasar Garzón que ahora preside mi hija, María Garzón, tiene como objetivo alertar sobre el deber de cumplir con los Derechos Humanos y actuar donde es posible, llevando el mensaje de la necesidad de la Justicia Universal para encausar a los genocidas allá donde no se puede y de la exigencia de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición para todas las víctimas no reconocidas en cualquier país. Trabaja además, entre otros derechos, por la memoria democrática y por la igualdad, con especial énfasis en combatir la violencia de género e impulsar los derechos LGTBI. También trabaja por los colectivos indígenas y en defensa de la Pachamama, la madre tierra.
Desde el 2007 se celebra la labor de las mujeres rurales e indígenas, ¿qué nos puede contar sobre esta bella iniciativa?
Las mujeres rurales e indígenas, como las mujeres en cualquier sociedad, son la sal de la tierra, quienes de verdad hacen que avancemos, pese a la estupidez de los hombres en demasiadas ocasiones. Su vida es especialmente dura y su labor inestimable.
Usted es “Doctor honoris causa” por la Universidad de Jaén, ¿qué representa para usted ese título?
Pues verá, he recibido el doctorado honoris causa en 30 universidades de diferentes países y para mí todos son una satisfacción y me siento muy agradecido por la deferencia que suponen. Pero claro, tu tierra es tu tierra y el hecho de que la Universidad de Jaén así lo decidiera es para mí un honor, algo especialmente emotivo, sobre todo si tenemos en cuenta que ha sido la única universidad española que se ha “atrevido” a otorgármelo.
Para escribir, ¿es de los que buscan un lugar escondido e inspirador o prefiere hacerlo en su estudio?
Me gusta escribir en mi estudio, sin duda, pero me he acostumbrado a hacerlo en lugares variopintos dada la vida nómada que llevo en ocasiones. Un aeropuerto, un largo viaje en avión, la habitación del hotel en momentos de tranquilidad…
En un hipotético fin del mundo le mandan salvar una sola obra de arte, ¿cuál elegiría?
Creo que intentaría llevarme más de una. El nacimiento de Venus, de Sandro Botticelli, que me inspira el renacer de la belleza y la esperanza; El perro semihundido, de Francisco de Goya, una obra que me fascina; el Guernica de Picasso, cuya reproducción me acompaña desde la universidad, y, probablemente un cuadro que tengo en mi despacho de José Fernández Ríos, jiennense como yo, que refleja con entrañable exactitud los olivos de mi pueblo, Torres, en la sierra Magina de Jaén.
Alfa u omega.
Siempre Alfa. Solo un buen principio aventura un buen final.
La política es…
Una herramienta sumamente positiva para resolver la vida de los seres humanos cuando se practica de manera progresista y sin claudicar ante los intereses económicos. Y terriblemente negativa cuando los políticos se venden a esos intereses.
La religión es…
Solidaria y positiva cuando va de la mano de curas y monjas que practican la ayuda incondicional a las personas. Hay muy buenos religiosos que se dejan la vida incluso y van de la mano de la teología de la Liberación, por ejemplo. O mi admirado padre Olaran, perdido en las áridas tierras de Etiopía. El Papa Francisco también me parece un ser humano que pretende llegar a ese concepto. Sin embargo, la experiencia mayoritaria en cuanto a la religión y los religiosos es castradora, ultraconservadora, poca amiga de los vulnerables y más pendiente de los poderosos. Y deleznable cuando se ocultan los abusos y no se erradican de raíz con la expulsión y sanción de los perpetradores.
Una escritora y un escritor de cabecera.
No son solo dos, son bastantes más. Me gusta mucho Almudena Grandes y soy muy fan de Santiago Posteguillo, porque me encanta la historia y, sobre todo, José Saramago, que era una gran persona, un gran escritor y un pensador de la vida; pero confieso que en esta etapa de mi vida estoy muy pendiente de la filosofía. El filósofo coreano-alemán Byung Chul Han me parece muy interesante para esta época que vivimos. Pero no olvido a los estoicos. Ahora estoy releyendo las Cartas a Lucilio de Seneca.
Una película que le haya marcado en su vida.
Novecento, de Bernardo Bertolucci. Una obra monumental sobre el nacimiento del fascismo.
Cuando se siente agobiado o estresado, ¿tiene algún refugio interior?
– Mis convicciones, mi compañera, mi madre, mi hogar, mi familia, mis amigos, mis perros, la música flamenca, la lectura, el teatro, el cine… Son refugios que en cada momento logran el objetivo adecuado de serenarme. Y Sierra Mágina.
Alguna pesadilla que se le haya repetido más de una vez.
Que la guerra se expande en todo el mundo y nos hunde a todos en un pozo sin fin, destruyendo todo.
¿Le queda algún sueño por cumplir?
Que la indiferencia sea algo del pasado y que en España seamos capaces de respetarnos y vivir en armonía.
Unas palabras para los lectores de nuestra revista.
–Les doy las gracias por interesarse por mis opiniones. La verdad es que me une a todos ustedes el interés por la lectura, el placer de leer y la emoción de abrir un nuevo libro y sumergirme en lo que voy a encontrar. Creo que esa es la parte de nosotros mismos que nos mantiene jóvenes, aunque los años pasen. Es la certeza de que siempre habrá alguien que tenga algo que contar y una multitud de personas como yo, esperando la siguiente obra, con reverencia y entusiasmo. ¿Qué más se puede pedir?
Una entrevista de Luisje Moyano.
para «Los Putrefactos«