CARTA DEL DIRECTOR.
EL TRABAJO DEL APRENDIZ.
Luisje Moyano.
Es obligación de todo aprendiz saber estar callado y aprender de lo que ve y siente, todos somos aprendices en este mundo. Gusanos que nos arrastramos hasta nuestro límite para luego habitar la crisálida, romperla y volar hacia la luz. Qué importante es saber habitar esa crisálida, ese grado superior, porque de lo contrario se puede romper o estropear antes del momento adecuado y quedarnos y caernos en la nada más oscura.
Mientras somos gusano, la mayor parte de nuestra vida, nos aferramos como ineptos a una creencia, a una forma de ser y de estar, creyendo sin aprender, hablando sin haber aprendido antes a balbucear, leyendo sin ni siquiera saber deletrear, escribiendo sin saber coger siquiera un lápiz. Y nos aferramos a eso como pensamiento único y certero, craso error ya que nadie tiene ese don.
En este caminar como aprendices siempre he considerado que es un desacierto o una falta el hecho de creernos con el poder de saber todo y de todo.
La torpeza de no escuchar nada que no sean palabras o pensamientos de nuestra cuerda hace que crezcan los extremismos y nos lleven a la polarización en la que actualmente vivimos, donde el respeto, la educación, el escuchar a otra persona, el debatir, se ha ido perdiendo por las alcantarillas del lugar que quieren que habitemos. Un lugar en el que cada uno “piensa” que lo que “piensa” es la única y verdadera verdad y realidad, eso, sin duda, nos llevará a la guerra… y por supuesto al exterminio como seres racionales.
Personalmente me gusta habitar otros pensamientos, escuchar otras formas de ver la vida, compartir, debatir y luego elegir, discernir, opinar y posicionarme. Pero siempre con la idea clara de que hay otras formas de ver la vida, y que merecen ser escuchadas y respetadas. Dando importancia al silencio y al saber escuchar.
No olvidemos que nacimos aprendices y moriremos aprendices, ahí radica la sabiduría para romper la crisálida que nos envolverá al final de nuestras vidas y en nuestro último camino a la luz de forma satisfactoria.
Seremos más eternos y más sabios si entendemos esa esencia, la crisálida se romperá y dejaremos esta existencia en un vuelo a la luz, mientras, nos arrastramos como aprendices y en ese arrastrar nos debe acompañar la fraternidad, el pulir, el aprender, el dejar semilla, para hacer y dejar un lugar más habitable y en paz.
— Luisje Moyano