
M. Mercè Domínguez es licenciada en Filosofía y también en Psicología por la Universidad de Barcelona, Máster Internacional en Conflictología por la UOC, psicoterapeuta FEAP y analista didacta junguiana, además de miembro de la IAAP. Fue presidenta de la SEPA, formando también parte de su Comisión de Formación. Enseñó Filosofía y Psicología en Secundaria durante años, además de ser profesora del Máster de Psicología Analítica en la Universidad Ramón Llull de Barcelona. Escritora de cuentos infantiles, relatos, poesía y artículos sobre psicología, filosofía o antropología.
“ Todos sabemos que las brujas eran mujeres
M.Mercé Domínguez
sabias, que en su momento fueron repudiadas,
maltratadas y sacrificadas”
-¿Cuándo y cómo empezaron tus andanzas literarias?
A edad muy temprana. Mi primera poesía la escribí con siete años. Después, siguieron algunos cuentos y más poesías. Algunas de esas poesías infantiles están recogidas en mi libro recopilatorio “Meíromai”. Supongo que, siendo una niña introvertida, gran lectora y ávida de conocimiento, la escritura me resultaba una comunicación mucho más fácil que una conversación real. Como hija única, sobreprotegida y aislada por enfermiza, hallé a mis amigos entre los personajes literarios. De facto, nunca he dejado de escribir. Años después, me uní a un grupo de jóvenes, que se reunía en el bar Amagatotis de Barcelona, como Ignacio Viladevall, José Ángel Cilleruelo, José Enrique Martínez Lapuente, Consuelo García del Cid, Gustavo Vega o Concha García. Con algunos de ellos constituimos el comité de redacción de la revista Garimau, una revista trimestral de corta duración, apenas un año de vida, pero que me sirvió para conocer a ciertos personajes de las letras tales como Luis Beneyto, José Luis Giménez Frontín o Joan Brossa, entre otros. Esta experiencia fue un detonante más de mi vocación literaria. Aunque también realizábamos ‘performances’, programas de radio e incluso llegamos a participar como actores, bajo la dirección de Ignacio, en algún que otro corto que seguro debe estar perdido por ahí, en un cajón o un armario olvidado. Tres de los relatos de esa época fueron hace poco reescritos y conforman el libro “Tres metamorfosis femeninas”.
“La bruja del mar” es uno de tus libros, ¿qué nos cuenta?
Bueno, ese es el primero de mis libros infantiles en castellano, ya que mi primer libro infantil fue en catalán, publicado por la editorial La Magrana, su título traducido sería “El castillo Sin-nombre-ni-lugar”. De hecho, no lo he traducido todavía, aunque está en la cola, o sea, un día de estos lo haré. Respecto a “La bruja del mar”, es un cuento escrito en verso, dirigido a niños y niñas a partir de cinco años –los que tengan noventa también lo pueden leer, desde luego-. Trata de contrarrestar los miedos infantiles, simbolizados en una bruja que ya, de tan vieja que es, a pesar de ser muy requetemala, ha perdido su poder y no puede hacer daño. En la misma tónica se encuentra mi otro libro posterior “Poemas de brujas, brujitas y brujotas”. Todos sabemos que las brujas eran mujeres sabias, que en su momento fueron repudiadas, maltratadas y sacrificadas a causa de una perversa lectura de las Escrituras. Estos dos libros representan hasta ahora mi incursión en la poesía infantil. Después siguieron tres cuentos: “Una herencia risueña”, “El jardín de la ciudad más bonita del mundo” y “Jorge y el dragón de las siete cabezas”.
“Rendijas”, recopilación de poesía, pensamientos, fotos, ilustraciones… ¿en qué género te sientes mejor?
Yo me siento mejor creando. No importa que sea escribiendo una poesía o un relato, esbozando un ensayo, realizando una foto o un dibujo… A través de la creación artística nos adentramos en ese mundo simbólico por el que se han paseado otros antes que nosotros, y gracias a ella conectamos con esa energía originaria de la humanidad. Pero, volviendo a “Rendijas”, que es el segundo libro de una trilogía, junto con “Dentro” y “Destellos”, quiere sintetizar esos momentos de conexión espiritual humana, por lo tanto, intento una fusión desde diferentes ámbitos creativos.
“Voces desde la sombra”, colección de microrrelatos sobre la mujer, ¿cuánto hay que seguir luchando para que esas voces salgan a la luz?
Interesante pregunta de difícil respuesta. Solo se me ocurre una preposición seguida de dos adverbios: todavía mucho más. Claro que la historia de este libro es muy especial. Su origen está en aquel acto terrible cometido el 7 de julio de 2016 por un grupo de jóvenes, conocido por “la manada”, durante los Sanfermines. Esa tarde, después de oír la noticia en el informativo de turno, un reguero de recuerdos y afectos, compartidos en mi trabajo o en mis relaciones personales, inundó mi mente exigiendo salir… y de esta forma comenzó su redacción, una serie de 59 microrrelatos de cien o trescientas palabras. El número de palabras era un requisito indispensable para contener las posibles emociones. Aun así, hubo lectoras que me confesaron que habían llorado largo y tendido con el libro. Algo interior les rebrotó espontáneamente, puesto que son historias susceptibles de recoger ciertas proyecciones demasiado familiares y conocidas.
En 1995 ganaste el Premio Serra i Muret, ¿en qué consistió ese premio?
¡Ay!, ¡ese extraño premio! Aparte del reconocimiento honorífico y monetario que recibimos un grupo de ingenuos colaboradores de ese proyecto pedagógico -yo en aquella época ya vivía en Mallorca-, comportó una gran decepción. Pero, he recalcado el atributo “ingenuos” intencionadamente y eso tiene una explicación. Un buen día del año 1994 recibí una llamada de un antiguo compañero de facultad, ofreciéndome la colaboración en un proyecto pedagógico cuyas ganancias, si las hubiere, se destinarían, en principio, a una ONG. Había otros colaboradores pertenecientes a diferentes ámbitos, desde sindicatos hasta Amnistía Internacional. Sinceramente, no observé nada que me indujera a sospechar otros fines… Así que, cuando se me adjudicó el capítulo que trataba sobre “El placer”, me puse manos y mente a la obra enseguida. Después, le envié mi colaboración escrita y me centré en otros asuntos. Pasados unos meses, recibí la llamada del susodicho conocido profesor de Secundaria anunciándome que había recogido el Premio Serra i Muret de Pedagogía de las manos del mismísimo Jordi Pujol. Estaba emocionadísimo. Yo, en cambio, muy enojada, pues ni había sido informada de la presentación del trabajo al concurso, ni tampoco convocada para ir a recoger un premio colectivo, que no individual. Además, para más inri, él me hizo saber que se quedaría con una mayor cantidad de dinero, pues se creía merecedor de ello, dado que había estructurado el proyecto e invertido más tiempo que los demás. Si no me equivoco, la cantidad que se adjudicó fue cuatro veces mayor de la que recibimos cada uno de nosotros. No quise discutirle lo que otros sí le discutieron, dado que ya no valía la pena. No fue por dinero que colaboré. Es más, me había creído a pies juntillas que el dinero se adjudicaría a una ONG. Sin embargo, en aquel momento aprendí que cabría en el futuro discernir mejor dónde se situaban los lobos disfrazados de piel de cordero. Luego, aquel proyecto se transformó en un libro, que fue publicado tanto en catalán por la editorial La Magrana, como en castellano por la editorial Ariel, con sus ganancias correspondientes. Actualmente, aún sigue en venta. En resumen, este fue un premio agridulce. Aunque el despropósito no acabó aquí, pues ese proyecto le sirvió a nuestro fantástico coordinador para elaborar un libro de texto, basado en nuestro trabajo, cuyos beneficios fueron íntegramente a su bolsillo. Nada nuevo bajo el sol…
“Espejos” es otro de tus libros, ¿qué le dices a tu “yo” que se ve reflejada al otro lado del espejo?
Curiosa pregunta. Esos espejos se remontan a mi infancia. Yo crecí en el barrio Gótico de una Barcelona muy diferente a la actual. Aquella en la que los niños iban a recoger agua de la fuente para beber en casa, porque la del grifo dejaba un mal sabor de boca o, incluso, porque a veces se cortaba. Una ciudad donde las canciones y los gritos infantiles emergían desde la calle, puesto que los coches todavía eran un lujo para el bolsillo de los trabajadores. En esa Barcelona de finales de los sesenta o principios de los setenta del siglo pasado, algunas prostitutas o mujeres de alterne, alternaban, valga la redundancia, esa réproba tarea con un trabajo en las fábricas o limpiando pisos. Un sueldo no resultaba suficiente para sobrevivir o echar adelante a sus hijos solas. Madres solteras o abandonadas por sus maridos, en su mayoría, se veían impelidas a situarse en las esquinas a determinadas horas para hacer la calle. Yo las veía cada día en los mismos sitios y a las mismas horas, generalmente a partir de las siete u ocho de la tarde. El vecindario conocía sus historias y en principio las aceptaba con algún que otro comentario por lo bajito pasado de oreja a oreja. Habitaban cerca de los modélicos ciudadanos: enfrente, al lado, arriba o abajo. En principio, eran unas vecinas más… Pero putas. Eso en sí ya era toda una etiqueta peyorativa. Cada una de ellas acarreaba en la sombra una mochila de tragedias. Nada que ver con esas “escorts” que debaten en las tertulias televisivas, defendiendo la prostitución como una elección consciente. No, aquellas mujeres no habían escogido ese trabajo, un impredecible azar y unas circunstancias muy determinadas les empujaron a realizarlo. Ellas representaban los valores opuestos a mi educación. Aunque, más tarde, siendo ya adolescente, algunas de esas mujeres que me habían observado crecer desde los portales de las pensiones, me salvaron en más de una ocasión de una agresión machista. Vivir en el Gótico por aquel entonces era peligroso para una chiquilla. Como agradecimiento a esas mujeres marginales, escribí el libro.
¿Qué es para ti el silencio?
La matriz engendradora de la palabra.
¿Y el vacío?
Un concepto que refiere a lo desconocido. Como concepto metafísico puede sintetizarse con su opuesto: la totalidad, pues la enantiodromía o unión de contrarios existe. Psicológicamente hablando, experimentar el vacío nos hace receptores del todo. Sin embargo, eso comporta peligros, porque mal llevado conduce directo al delirio. En cuanto concepto físico, refiere a parámetros o universos todavía por definir. De todas formas, del vacío se ha hecho un uso un tanto abusivo. Especialmente en algunos ámbitos sectarios, donde se ejercita un permanecer en el vacío mental como paso necesario para conseguir la anulación de la voluntad del adepto y así manipularle mejor.

¿Cómo te imaginas una sociedad presidida por mayoría de mujeres en vez de hombres?
Para que se entienda mejor mi contestación, debo hacer una distinción entre masculino-femenino y hombre-mujer. En mi opinión, todo hombre y toda mujer tienen psíquicamente una parte masculina y otra femenina, que van evolucionando en consonancia a la sociedad a la que pertenecen. Esos valores femeninos o masculinos son culturales. Mientras que el ser mujer u hombre, refiere más al ámbito biológico. Esto no es bueno ni malo, simplemente es. Así pues, puede haber hombres muy femeninos y mujeres muy masculinas. Y eso sigue siendo completamente natural. Aquí, entonces, yo no haría hincapié en una mayoría de hombres o de mujeres, sino más bien en el hecho de que se promocionen más los valores femeninos. Aquellos que nos relacionan íntimamente con nuestra madre naturaleza: la ecología, el trabajo colaborativo, la ayuda mutua, el bienestar de las personas… Esos son los principios que fundamentan la construcción de una sociedad más sana y amable para todos y todas.
La política es…
Una faceta de la naturaleza humana. Etimológicamente política apunta al modo de hacer las cosas en la polis o ciudad-estado griega. Ergo, se entendería actualmente como la manera de relacionarse y actuar de y en una sociedad, regulada, evidentemente, por unas leyes y normas, pensadas desde y para la sociedad misma. Todo lo que difiera de esto lo considero demagogia, pero no política. Y la demagogia es una contaminación de la vida política basada en el uso de palabras grandilocuentes y falacias intencionalmente usadas. Por eso la demagogia siempre esconde un utilitarismo, perseguido en aras del interés de un grupo social determinado. La verdadera política tiene como único fin asegurar el bienestar y la felicidad de todos los ciudadanos de la polis.
La religión es…
Tal cual la palabra indica, el intento de religar al ser humano con una totalidad absoluta, a la que se le pone el nombre de Dios. Ahora bien, hay muchas religiones que pretenden ser las únicas que muestran el verdadero camino para realizar esa reunificación. Algunas compiten entre sí para ganar creyentes y en su dogmatismo van dejando detrás un rastro de muertos, “infieles” o “enemigos”, como les llaman… Yo me quedo con otra concepción más tolerante, la de Spinoza: “Deus sive Natura” -traducido al castellano: “Dios o la Naturaleza”.
¿Eres más de alfa o de omega?
Cada individuo es alfa y omega, la vida puede simbolizarse en un círculo de nacimientos y muertes. Vivir es ir permaneciendo y muriendo a través de metamorfosis continuas: niñez, adolescencia, juventud, madurez, senectud. Somos y no somos los mismos. De hecho, nos transformamos y transformamos al unísono, porque todo acto, por mínimo que sea, repercute en los demás. Estamos interconectados tanto físicamente como psíquicamente. Internet es una muestra de ello. Se ha hecho consciente, de una manera palmaria, que somos nódulos de una red que se extiende a toda la humanidad, desde el pasado hasta el futuro, anudando el alfa y omega de cada uno de nosotros con el de los otros. De esos procesos de iniciación o renacimiento tratan los cuentos recopilados en “Relatos del Atanor”.
¿Debería estudiarse filosofía en las aulas?
Por supuesto, debería enseñarse a reflexionar a los ciudadanos desde pequeños. No olvidemos que la educación tiene como meta el moldeado de los futuros ciudadanos de una sociedad. Consecuentemente, pensar sobre la ciencia, el conocimiento o la diferencia entre lo bueno y lo malo, lo justo o lo injusto, por ejemplo, es una tarea básica que nos acerca a la sociedad soñada del futuro. Opino que falta un reconocimiento social más amplio del valor de la filosofía. Y de entre las disciplinas filosóficas, la ética es quizás una de las más interesantes, porque cuando los principios éticos fallan, entonces todo hace aguas, valga la metáfora.
Una escritora y un escritor de cabecera.
Empiezo por el escritor: Nietzsche. Su gran obra, “Así habló Zaratustra”, fue durante años justo mi libro de cabecera. Me sedujo su riqueza de símbolos y metáforas. Allí recoge cuestiones y respuestas de muchos autores clásicos. Además, es un gran canto a la vida, pese a las dificultades, la enfermedad y la muerte que espera. Respecto a la escritora: Isabel Allende. Su obra “La casa de los Espíritus” me cambió la concepción de la literatura. Cierto que había leído antes a Gabriel García Márquez y me encantaba, pero fue Isabel Allende quien me convulsionó la manera de escribir.
En un supuesto final del mundo te llaman para salvar una sola obra de arte para conservarla, ¿cuál sería y por qué?
Ninguna, que sería lo mismo que responder “todas”, dado que el germen de cualquier obra de arte permanece en el inconsciente colectivo de la humanidad. De ahí que relatos mitológicos del pasado sean de nuevo plasmados en obras como “Blade Runner”, de Ridley Scott, “Cronos devorando a sus hijos” de Goya, “La vida es sueño” de Calderón o “La Novena Sinfonía” de Beethoven. Toda obra artística nos interpela sobre nuestras eternas cuestiones, sea en palabras, imágenes o sonidos. El artista solo es un catalizador que plasma fuera lo que descubre en el interior humano. Ese mensaje se repetirá una y otra vez hasta ser escuchado. Ninguna es, pues, lo mismo que decir todas.
Una película que te haya marcado por encima del resto y por qué…
Hay unas cuantas películas que podría nombrar, que considero excelentes dentro de la historia del cine. Claro que, me estás pidiendo tan solo una… entonces voy a quedarme con “Metrópolis”, de Fritz Lang. Es bellísima. No solamente por la fotografía y los planos escogidos, sino también por este mensaje: “entre la mente que piensa y la mano que trabaja se necesita el corazón”. Fue escrita por una mujer, Thea Von Harbou, esposa del director. La protagonista del filme también es una mujer, María. Pero aquí ella simboliza el ánima o parte femenina, usando el lenguaje junguiano, de cualquier persona. El trasfondo puede ser leído también como una crítica social, que continúa siendo actual. Sin embargo, desde la perspectiva de la psicología profunda, hallamos la escenificación de la unión entre lo masculino y lo femenino, que posibilita la individuación, conectándose así idea y acción. El resultado es un mayor crecimiento personal y una mayor eficiencia social. Ambos, pues, individuo y sociedad, salen ganando.
Unas palabras para nuestros lectores:
Que lean, que nos lean. Y, luego, en esos ecos, dejados tras cualquier lectura hecha a conciencia, que se escuchen escuchándonos.

Una entrevista de Luisje Moyano.
para «Los Putrefactos«