Juan Francisco Ortiz es un guitarrista y compositor franco-español nacido el 11 de septiembre de 1947 en París (Francia).
Profesor certificado de guitarra “fuera de clase” en el CNR de Perpignan, estudió con Ramón Cueto, Ida Presti, Alexandre Lagoya y Andrés Segovia, entre otros.
“ y si en literatura se usa, o usab an plumas y tinta,
Juan Francisco Ortiz
para mí es mi guitarra mi pluma. Las vibraciones
son el vector de las emociones. ”
Nuestra revista se centra en gente que escribe, y te entrevisto a ti porque te he escuchado en varios conciertos y creo que escribes con tu guitarra. Tu pluma son las cuerdas, y tu cuaderno la guitarra. ¿Qué sientes hacia tu guitarra?
Una partitura de música es como un libro. Las notas son el abecedario, con las notas se hacen palabras y se juntan en frases que empiezan con mayúsculas, se construyen con comas y puntos. En este caso, estas reglas gramaticales son una gramática musical, y si en literatura se usa, o usaban plumas y tinta, para mí es mi guitarra mi pluma. Las vibraciones son el vector de las emociones.
Cuéntanos cómo es subirte a un escenario a interpretar a Lorca, Miguel Hernández o Machado.
Subir al escenario con obras de estos tres artistas universales es para mí una gran responsabilidad.
Interpretar las obras de ellos, e intentar dar a conocer su sentido es lo más difícil. Por esto intento introducir unas palabras de poemas con la música. Quizás unas palabras se entienden mejor que el simbolismo musical para un profano.
Pones música a poemas de Lorca, Machado, Miguel Hernández, ¿por qué has elegido estos poetas?
Yo nací en Paris en 1947, justo después de la guerra. Desde que nací escuché a mi padre cantar flamenco y contar sus hazañas bélicas con sus compañeros, poco a poco fui descubriendo este mundo de lucha. Luego, con 28 años de exilio por ser mi padre apátrida y republicano, me fui impregnando de nuestra cultura andaluza. Mis estudios musicales me llevaron poco a poco a interesarme por ciertos tipos de artistas relacionados con cierto grado de humanismo hasta acercarme a sus propias vidas. Así llegué a lo largo de mi carrera de concertista a tocar en la casa natal de Federico García Lorca, en Fuente Vaqueros; la casa de Miguel Hernández en Orihuela y en Baeza y Collioure interpreté a Antonio Machado, lo que para mí fue una meta muy honorífica.
Estudiaste nada más y nada menos que con Andrés Segovia, ¿qué tal la experiencia?
En París tuve la suerte de estudiar en una escuela privada llamada “Academia de Guitarra” situada en el popular barrio Latino. Empecé con el flamenco con un maestro granadino, José Peña, al cual estoy muy agradecido. Aprendí en un año lo esencial de los palos flamencos.
Cuando me regalaron para mi cumpleaños un disco de Andrés Segovia donde tocaba a Albéniz, Granados y otros, fue una revelación para mis 14 añitos de la Andalucía añorada con el exilio de mi padre. Desde este momento me hice alumno de Ramón Cueto, discípulo del maestro Andrés Segovia, con quien me afilié a la escuela del entonces maestro de los maestros estudiando en el Conservatorio Superior de Música de París. Era tan apasionado que solicité una beca al Curso Internacional de Música en Compostela, donde tenía el maestro la cátedra. Estudié con el maestro José Tomás pero aquel año, que era año Santo, apareció el maestro Segovia y disfruté un curso excepcional, realizando mi sueño.
Tu historia está ligada a una bandera, cuéntanos su historia.
Mi padre, después de luchar para la República Española, tuvo que pasarse a Francia para seguir luchando contra el nazismo y el fascismo, y le tocó estar cuatro años preso en el campo de exterminio de Mauthausen, del cual contribuyó con sus compañeros a la liberación el 5 de mayo de 1945.
Se quedó en París como apátrida, y entre sus pocas pertenencias tenía esta bandera republicana fabricada y escondida en el campo, firmada por todos sus compañeros del Comando de Liberación de Mauthausen. Una verdadera reliquia. Sin saber lo que representaba en realidad, yo he jugado de niño con ella a los indios como en las películas del Oeste. Se podía haber destrozado mil veces… ahora es una reliquia muy protegida de la Memoria Histórica… hasta tengo una composición musical que la simboliza.
Eres “Caballero de la Orden de las Palmas Académicas”, ¿qué es y qué nos puedes contar de tan prestigiosa distinción?
Las Palmas Académicas fue una sorpresa. Cuando me mudé del Conservatorio de Pau al Conservatorio de Perpignan tenía 38 años y me llega una carta del Estado francés explicando que me nombraban Caballero de las Palmas Académicas, pero no tenía idea de lo que representaba esto… se la mostré a mi director del conservatorio que tenía ya cierta edad. Se puso blanco, supongo que de envidia, y me felicitó. Luego me enteré de que era la segunda condecoración más importante del Estado francés, después de la Legión de Honor, dedicada a la docencia y la cultura.
“Ganaste el “Premio al Logro del Siglo XXI”. ¿Qué nos puedes contar de este premio?
El premio al Logro del Siglo XXI fue curioso, viene de Oxford y no sé por dónde, ya que solamente una vez he tocado en Inglaterra. Pero fue todo un honor.
Has girado por medio mundo llevando esos poetas a Estados Unidos, Rusia, Argentina, Brasil, Alemania, etc. ¿Qué nos puedes contar de esta experiencia? ¿Cómo reacciona el público extranjero cuando escucha tu música con esos poetas?
Un día me crucé con un exiliado argentino que huyó de la Argentina criminal de Videla, era un gran guitarrista y compositor, Jorge Cardoso. Lo ayudé, y cuando estabilizó su situación, me abrió las puertas de Latinoamérica introduciéndome en su mundo. Desde este momento mi carrera estalló, lo que me obligó a desarrollar un repertorio diferente descubriendo las riquezas musicales de estos países, de aquí mi interés para los poetas, sobre todo García Lorca, que además de poeta era también un gran músico. Me impresionaba ver salas llenas de un público atento con ovaciones generosas.
¿Tocas la guitarra para poder vivir, o vives para poder tocar la guitarra?
En el año 1961 hubo un decreto que permitía que los hijos de exiliados políticos podían entrar en España. Yo tenía trece añitos y mi padre, refugiado político, no podía entrar en su país. En aquel viaje conocí nuestro pueblo, Santisteban del Puerto (Jaén), mi familia, mi futura esposa y compré una guitarra, me costó 457 pesetas en la casa Penades de Valencia. Al volver a Francia, empecé a estudiar flamenco y me apasioné. Entonces vivía para tocar la guitarra, pero cuando decidí ser profesional, que fue un drama para mis padres y familia, me decían que iba a pasar hambre, tuve que pensar tocar la guitarra para vivir, y afortunadamente, me fue bastante bien hasta ahora recorriendo el mundo y los cinco continentes.
¿Qué es para ti la libertad?
Haber conseguido realizar mis proyectos con éxito, eso es para mí la libertad, mi libertad. Pero claro, esto tiene su precio.
La religión es…
La religión no me sirve, considero que tengo fe, pero sin divinidad. Al modelo de mi padre y sus compañeros que salieron de Mauthausen también sin divinidades, pero con una fe incontestable en sus valores… y no confundo con espiritualidad.
La política es…
En política me interesa el mundo progresista, pero la humanidad tiene todavía mucho que aprender para progresar.
¿Cómo ves la educación en las nuevas generaciones?
Allí empiezan las cosas y desgraciadamente, la educación siempre le parece al mundo político cara y peligrosa.
Afortunadamente, siempre habrá algunos iluminados que den un buen ejemplo o modelo o maestros que emprenderán un buen camino.
Un guitarrista que te parezca el mejor.
Hay miles de buenos y grandes guitarristas.
El mejor guitarrista es el que en el momento de tocar trasciende las notas y no por tocar rápido o espectacular. A veces tres notas bien dadas mueven más que mil.
Un escritor de cabecera.
Cervantes.
Y elegiría un libro, la Biblia.
En un hipotético fin del mundo te mandan salvar solo una obra de arte, ¿cuál elegirías, y por qué?
Elegiría mi familia, mi obra de arte por excelencia.
¿Algún sueño por cumplir?
Seguir tocando mi guitarra mientras pueda. Andrés Segovia dio su último concierto con 94 años y mi tía María acaba de cumplir 104 añitos, tengo margen todavía.
Algunas palabras para nuestros lectores.
Agradezco a los lectores de Los Putrefactos y toda su gente el interés por mi humilde historia, deseando a todos un gran progreso para la humanidad.
Una entrevista de Luisje Moyano.
para «Los Putrefactos«