José A. Funes es licenciado en Teología y en
Filosofía y ha sido profesor durante más de
tres décadas. Fue parlamentario en la X
legislatura y presidió el Consejo Escolar de
Andalucía.
“Siempre que se analiza, se reflexiona y se
José Antonio Funes
cuestiona la realidad estamos haciendo filosofía”
“Del cortijo al escaño” es tu nuevo libro, ¿Qué nos podemos encontrar en él?
El libro, un ensayo, es una especie de totum revolutum de enfoques con huellas de psicología, teología, filosofía, sociología, antropología y, en gran medida, política. Bajo el hilo conductor de una historia de vida, sale al paso de la evolución de nuestra tierra, desde mi experiencia, y de mis vivencias políticas centrándome en mi paso por el parlamento durante la X legislatura.
Dónde te sientes mejor, ¿en el cortijo o en el escaño?
He procurado cultivar el buen clima en cualquier espacio, pero he encontrado más autenticidad en la precariedad del cortijo. El escaño dibuja un escenario más falso. Sin embargo, he perseguido siempre la alegría. Mi secretaria me llamaba el diputado feliz.
¿Qué resaltarías sobre el mundo del cortijo y del mundo del escaño?
Provenir de un lugar humilde me ha ayudado a reconocer la sencillez como fundamental en las relaciones humanas y he intentado aplicarla siempre. En política corres el riesgo de elevarte sobre la realidad y crear un mundo paralelo, ajeno a la vida de la gente.
¿Qué soluciones ves para esa “España vaciada”?
Mimar los servicios sociales sin mirar la rentabilidad. Sólo así podremos estimular la permanencia. Por otro lado, y curiosamente, las tecnologías, algo que parece tan alejado del mundo rural, pueden ser un aliado para fijar población.
“La educación a debate”, qué nos puedes contar de este libro.
Es un libro que recoge un ciclo de conferencias que organicé durante una década con el mismo título. Participaron expertos muy significativos como Fernando Savater, Victoria Camps, Javier Urra, Fernando García de Cortázar, etc. Mi papel se limitó a coordinar la obra.
Eres “Licenciado en Teología y en Filosofía y Ciencias de la Educación”. ¿No crees que sería conveniente que la filosofía se estudiara en el colegio?
Expresamente no aparece en el currículo, pero siempre que se analiza, se reflexiona y se cuestiona la realidad estamos haciendo filosofía. La filosofía, por otro lado, es de lo poco que queda como esencialmente humano en un mundo donde la IA lo invade todo.
¿Cómo ves el sistema educativo actual?
Complejo. Me da la impresión de que, pese a la buena voluntad, se camina en la oscuridad. A mi juicio, mientras que al profesor no se le valore como al médico o al notario, no daremos pasos seguros. De otro lado hay asignaturas fundamentales que es necesario atajar cuanto antes: eliminar la burocracia absurda, rebajar ratio para una atención más personalizada y trabajar la diversidad, más allá de los protocolos que solo justifican nuestro fracaso.
¿Sigues alguna metodología para escribir?
Soy disciplinado para el trabajo e inconformista. Releo varias veces lo escrito y persigo la ética y la estética. Pretendo decir algo que pueda resultar de interés y aderezarlo con un discurso que masajee las palabras.
Fuiste galardonado con el premio “Encomienda de la Orden de Alfonso X el Sabio”, ¿qué nos puedes contar de él?
Es un reconocimiento, otorgado por el Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deporte, que pretende premiar los méritos contraídos en los campos de la educación, la ciencia, la cultura la docencia y la investigación. Me lo concedieron a propuesta del Consejo Escolar de Estado.
Como en “La metamorfosis” de Kafka, un día te despiertas y eres un animal, en nuestro caso, un pájaro, ¿dónde te gustaría volar?
Sin duda, sobre el mar, porque hay horizontes abiertos por cualquier sitio al que dirijas la mirada.
Un día te dicen que el mundo está en guerra nuclear y que tienes que salvar una única obra de arte para conservarla, ¿cuál sería y por qué?
La escuela de Atenas de Rafael Sanzio. Occidente descansa sobre el pensamiento de los filósofos allí representados.
Imaginemos que tienes un puesto en el Rastro de Madrid y tienes la posibilidad de vender algo de tu vida que pesa más de la cuenta, ¿qué sería?
Los ratos perdidos dando vueltas a cosas que no tienen solución.
Si le pudieses poner un color a tu vida, ¿cuál sería?
El rojo. Es el símbolo de la pasión que me gusta aplicar a todo lo que emprendo.
Un recuerdo de la infancia que no quieres que se borre.
Soy muy asustadizo. No sé si el responsable es el “tío mantequero” que se llevaba a los niños y se escondía en los trigales. Aún me produce respeto cuando el viento mece las espigas.
Una manía, un sueño y una pesadilla.
No reconozco manías ni pesadillas. Sueño con una sociedad menos enconada. Hay un exceso de tensión que sólo provoca ansiedad.
Una película que no te cansas de ver.
“La vida es bella”. Alimentar la esperanza y despertar sonrisas en medio de una situación dramática es una lección de vida maravillosa.
Una escritora y un escritor de cabecera.
Me gusta mucho el realismo mágico de Isabel Allende y las novelas ambientadas en el medievo de Ken Follet.
La política es…
El arte de hacer más fácil la vida de la gente.
La religión es…
La respuesta que aparece cuando parece que nada resuelve las dudas.
¿Lluvia de verano o sol de invierno?
Lluvia de verano, porque me gusta más el invierno. La poca luz ayuda a recluirse y proyectar la razón con más rotundidad.
Unas palabras para nuestros lectores.
Si han llegado hasta aquí, agradecerles la lectura de la entrevista y desearles que no descuiden la reflexión serena y la preocupación política.
Una entrevista de Luisje Moyano.
para «Los Putrefactos«